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20.04.2007

Hoy se cumplen 25 años del asesinato del misionero vizcaino Osmundo Bilbao

Hoy se cumple un cuarto de siglo de la muerte del misionero comboniano Osmundo Bilbao Garamendi, nacido en Muskiz y asesinado en Uganda a los 37 años de edad. Fue el 20 de abril de 1982 cuando aprovechando una visita a la capital del país para encontrar materiales con los que ayudar a la población, le dispararon desde un coche cuando conducía su camioneta. Dieciséis impactos de bala acabaron con su vida de entrega a Africa, a los ugandeses y al pueblo madi.

“Nosotros, los Combonianos, y muchos otros, lo consideramos un mártir. Por eso, nos sentimos felices de poderle recordar, homenajear y dar a conocer su vida. Le tenemos como intercesor y le pedimos que ruegue ante el Señor para que llegue definitivamente la paz a Uganda” declaró el padre Laureano Rojo, Superior Provincial de los misioneros combonianos, en el homenaje que el pueblo de Muskiz, a través de su ayuntamiento le tributó el pasado 11 de marzo. En su recuerdo fue descubierto un busto suyo en la plaza de San Juan.

Cuando fue asesinado, probablemente el móvil fue el robo, llevaba once años en Uganda. ”Nos lo mataron porque era un fiel servidor del Evangelio. Pero el Padre Osmundo no ha muerto; está vivo entre nosotros… Este es el verdadero ugandés. No vino aquí en busca de dinero, ni de honor, ni de ambiciones personales. Vino a testificar el amor evangélico. Nos indico con su vida y su muerte el camino justo para reconstruir el país. Quien lo mató ha herido el corazón mismo de Uganda, pero no saben que un cristiano no muere, no se puede matar” dijo César Asili, obispo de Lira, la capital administrativa del norte del país, en el funeral presidido por el arzobispo de Kampala Emmanuel Nsubuga. Seis días después, con el cadáver ya repatriado, Monseñor Larrea, obispo de Bilbao presidió un funeral por su alma en Santa María de Portugalete, antes de que sus restos mortales descansasen para siempre en la tumba familiar del cementerio de Somorrostro.

El P. Osmundo nació en San Julián de Muskiz (Bizkaia), en 1944. Pasó la infancia y la juventud en Portugalete. Entro en el seminario de Derio muy joven. A los dieciocho años ingresó en el noviciado comboniano, en Corella (Navarra). Este noviciado se trasladó después a Moncada (Valencia) y allí hizo la primera profesión religiosa el 9 de septiembre de 1964.

Poco después lo mandan a Venegono (Italia), donde continuó sus estudios de teología, para llegar a la ordenación sacerdotal el 6 de Abril de 1969. Después de permanecer unos meses en España fue destinado a Uganda, y se fue a Londres para aprender el inglés. Permaneció en Londres hasta diciembre de 1970 y en enero de 1971 partió hacia Uganda.

El primer tiempo de misión lo pasa en Moyo, capital del distrito Madi, en el norte de Uganda (West Nile). Allí aprendió la lengua local, el madi e hizo su primera experiencia de vida misionera. Pronto fue trasladado a Metu, una pequeña misión cercana a Moyo.

En 1975 le encargan de la Procura Regional en Kampala. Eran tiempos difíciles en Uganda, y la labor del procurador tienen que cubrir un vasto campo. Osmundo se prodigó en atender a todos. Pero fue, sobre todo, durante la guerra y después de ésta, cuando Osmundo desarrolló al máximo la actividad de la Procura. En la inmediata posguerra se conviertió en el punto de referencia de todos los organismos que trataban de ayudar a Uganda: Cruz Roja, Unicef, CEE. Logró organizar cuantiosos envíos de comida, medicinas y material hacia el norte de Uganda. Su labor resultó vital para todos los hospitales de misión situados en el Norte.

Regresó a Uganda después de un año de permanencia en España y volvió entre sus queridos madi. Esta vez va a Moyo, ya que Metu fue arrasada durante la guerra, y la escasez de misioneros no permitió rehacer la misión. En Moyo transcurríó el último periodo de su labor misionera, como superior y párroco. Moyo se había convertido en una zona conflictiva, punto de encuentro entre las guerrillas y el ejército. Pero Osmundo supo manejarse bien en esa difícil situación. Los superiores le invitaron a dejar la misión si lo consideraba peligroso, pero el respondió que no creía que el peligro fuese tal como para abandonar la misión, y que prefería seguir allí porque la misión era el único apoyo que tenía la población, lo que les permitía seguir en su tierra y no convertirse en prófugos.

El mismo escribió: “Dentro de unos días intentaré ir a Kampala a ver si encuentro alga que merezca la pena para poder traer y ayudar a esta gente. Veremos a ver qué es lo que se puede conseguir”. Días después encontraría la muerte. El Ministro de Abastecimientos de Moyo escribió a la madre del P. Osmundo diciendo: “Desde que el P. Bilbao vino a Uganda se dedico al servicio de Uganda, particularmente al servicio de la comunidad Madi. El es recordado por todos por su amor. Amó a Dios, amó a los niños, amó a los hombre y mujeres, amó al trabajo, amó a todos, pobres y ricos, poderosos y humildes, negros y blancos. Su simpatía y dedicación, aún en tiempos difíciles, nos inspiró a todos. Todo el mundo en Moyo lo admira. Todos lo echamos en falta”