Delclaux dio una especial importancia al hecho de que el perdón sea un encuentro de Gracia, y por lo tanto no exigible por derecho. A la vez afirmó que el perdón tiene la capacidad de sanar doblemente: «en relación a la víctima porque, su acto de generosidad le limpia de los sentimientos de odio y de venganza y en relación al agresor, porque el descubrimiento del componente de maldad de su acto pecador le reconvierte en alguien más humano.”
El perdón tiene que ver con el compromiso de transformación de una sociedad enfrentada y por eso el ponente destacó que “el castigo no rehace la convivencia rota ni repara la Justicia ni el Derecho”. El único modo de erradicar el pecado es perdonando y en nuestra sociedad, sólo de este modo, se podrá poner fin a la violencia. El perdón, afirmó, rompe el cículo infernal de la violencia.
Extrapolando las bases teóricas a la situación actual, el Delegado de Pastoral Social apuntó que para que se produzca el perdón se debe sanar la realidad propia en un entorno de presencia cotidiana de violencia terrorista y contraofensiva. Además, “una sociedad que apuesta por el pragmatismo es una sociedad incapaz de ejercitar el perdón, por lo que se necesita espiritualidad”.
Memoria de las víctimas
Otro de los puntos clave fue el de la memoria de las víctimas, ya que el impulso que mueve al perdonado debe ser restituir el daño causado. En este sentido el ponente afirmó que “a las víctimas no se puede ir con respuestas hechas ni frases bonitas, porque muchas veces son ellas las que deberían hablar pero sus voces o son acalladas o se utilizan para defender intereses partidistas».
Echando un vistazo al futuro, José Maria Delclaux dio algunos consejos de lo que deberíamos hacer: “Necesitamos encontrar dentro de nosotros una fuente que mane paz y ejercitar el arte del diálogo. También debemos educar en gestos, pensamientos o palabras de perdón”. La conclusión final, “la Iglesia, la familia y los colegios deben educar para el diálogo, la paz, la reconciliación y el perdón.”, fue acogida con entusiasmo por el público asistente.