La cárcel de Basauri, es una prisión preventiva donde están las personas presas hasta que sale el juicio. «Normalmente las suelen trasladar a otros lugares y las familias deben desplazarse para visitarlas, cuando la mayoría de ellas son personas con pocos recursos. Esperemos que con la nueva situación se puedan quedar en el entorno», señala Jorge Muriel en la entrevista.
«Queremos estar junto a las personas presas para ayudarles en lo que podamos», dice. «Muchos de ellos miran la vida desde la espiritualidad de Dios y eso es positivo para toda la sociedad«. En cuanto al voluntariado, resalta que es una pieza «imprescindible» en la Pastoral y en Bidesari Son un total de 70 personas voluntarias, con una edad media de 50 años y en este momento, están viviendo la vuelta con cierta incertidumbre, al igual que toda la sociedad, ante la situación sanitaria. Eso sí, «con la esperanza de que se pueda entrar de nuevo en septiembre«, para acompañar desde el voluntariado a las personas presas, porque para Jorge es muy importante fomentar «la gratuidad».
Desde marzo sin vis a vis
Ha pasado mucho tiempo desde que las personas presas perdieran la oportunidad de abrazar a sus familiares. Emocionalmente hay gente a la que se le está haciendo muy largo este tiempo y Jorge destaca que hay algunos presos que viven cuesta arriba esta situación. Sin embargo, a nivel de seguridad en la cárcel «se están portando con corrección«. En este sentido, los funcionarios también han estado a la altura, adecuando las medidas a la situación.
«La Iglesia está haciendo un buen trabajo en la cárcel. Se trata de llevar un soplo de esperanza y con intención de aportar tolerancia, ternura y la sonrisa del Dios de Jesús», remata Muriel.