En el Archivo (AHEB-BEHA) también nos encontramos recibos por las dietas: “he recibido 86 reales por alimentos decía un visitador que fue a Zeanuri en 1854″. En otros casos, no falta la picaresca, «como en 1591, en el que algunos administradores, bajo el pretexto de cobrar salarios y comidas, sacaron cálices y ornamentos de las iglesias del Señorío “, apostilla Barroso.
Del mismo modo, se puede deducir la dieta de los alumnos del Seminario si se analizan las cuentas de lo que compraban. Con los diezmos, se puede saber cuáles eran los productos de cada zona: cereales, maíz, manzanas o bien pescado o el típico txakolí. A través de los libros de los difuntos, se puede saber si en tiempos de crisis y guerras hay enfermedades provocadas por una escasa alimentación y si se reparten alimentos desde las diversas instituciones que han existido.
Ayuno y abstinencia
En el Archivo diocesano también se pueden encontrar fotografías con comidas, excursiones etc. Otro capítulo de gran interés es lo que desde la Iglesia en cuestiones relativas a la prohibición de determinados alimentos. «Para recordar el precepto de ayuno, abstinencia etc. se ponían carteles recordatorios en los tiempos más modernos. Antiguamente, se tocaban las campanas«, concluye Anabella Barroso.