En este contexto, y como explica en su mensaje monseñor Echenagusia, “el Departamento de la Pastoral de la Carretera, integrado en la Comisión Episcopal de Migraciones, quiere seguir prestando esa colaboración; y teniendo en cuenta los mensajes de los últimos años, ha considerado conveniente centrar en los niños su mensaje de este año, con el lema “Responsables desde niños””. El mensaje considera que en el derecho del niño a recibir una “educación integral”, debe estar comprendida también la educación en su “responsabilidad en la vida comunitaria y ciudadana”, en la que debe entrar la «educación vial».
“En esta educación debe entrar, desde los primeros años y de forma progresiva, la educación vial”, de forma que se vaya creando en él lo que el prelado llama “un sentido vial, una conciencia clara de que forma parte de una comunidad que se mueve como peatón o con toda clase de vehículos: coches, camiones, motos, bicicletas…, con muchas e innegables ventajas para la vida moderna, pero también con graves riesgos para sus vidas o su integridad”.
El obispo insiste en la importancia de los padres como los primeros educadores de los hijos, sobre todo por su papel ejemplar ante ellos: “Como peatones y como conductores viajeros, los padres irán educando a sus niños con sus recomendaciones y observaciones, pero, sobre todo, con su modo de comportarse. Porque nada arruina tanto la educación vial que se trata de inculcar como la conducta incorrecta de los propios padres en la calle o en la conducción de sus vehículos en presencia de sus niños”.
No obstante el papel principal de los padres en esta educación, monseñor Echenagusia afirma que debe ser completada en el centro escolar, donde “el tráfico ha de ser propuesto como una de las más importantes formas modernas de convivencia, con todo lo que ello exige de propio dominio y auto limitación, de cortesía, de servicio a los demás y de ayuda mutua”.
“También la comunidad eclesial puede y debe cooperar en esta tarea educativa, de modo especial a través de los centro escolares de titularidad religiosa y de la catequesis, fomentando sobre bases cristianas los valores de la convivencia cívica”, añade. Finalmente, el obispo explica pormenorizadamente actitudes muy concretas, vinculadas a la educación del niño como peatón y también como viajero o pasajero; incluso, recomienda como un medio “grato y eficaz para la formación de los futuros conductores”; el juego: “Triciclos, bicicletas, cochecitos y, si es posible, el acceso a los parques infantiles de tráfico, pueden ayudar a los pequeños a ir conociendo las señales de tráfico y a adquirir los hábitos y reflejos que les van a ser necesarios cuando se conviertan en auténticos conductores el día de mañana”.