El propio autor, Joaquín Perea explica que el tema de la ministerialidad, sobre todo el de la laical, tuvo un auge inicial y acaparó la atención en el llamado “primer posconcilio”. La Iglesia emprendió el intento de recuperar en la nueva situación histórica su conciencia de identidad como anunciadora del mensaje de Jesús. Transición tan radical toca necesariamente a la teología y a la praxis de la institución y por tanto, del ministerio eclesial. Posteriormente, en el “segundo posconcilio”, el interés se ha ido apagando, sobre todo por los problemas que suscita la implantación de los ministerios laicales, problemas teológicos, pastorales, económicos y, en particular, el clericalismo eclesiástico, tan arraigado en nuestra Iglesia –destaca Perea-. La tesis central del libro es que hay que impulsar decididamente la “ministerialidad laical instituida”. Si ello se tomara en serio, -dice el autor- se produciría una reforma profunda en la Iglesia.
El libro se refiere expresamente al laicado con responsabilidades pastorales y, a quienes ejercen de forma institucionalizada, es decir con nombramiento oficial. Es una realidad multiforme, que retrata la participación cada vez más corresponsable del laicado en la vida comunitaria. Se trata de un tejido eclesial decisivo que, a impulsos del espíritu, dinamiza la vida y la misión evangelizadora de la comunidad cristiana. Son personas que desarrollan así su vocación bautismal, con diverso grado de formación, dedicación y reconocimiento eclesial.