Begoña, ¿cuál es tu valoración de estos cuatro años en el espacio de Caridad y Justicia junto a las personas migrantes?
Una valoración positiva de este tiempo de servicio en el área de migraciones. En estos años hemos intentado consolidar y desarrollar algunas líneas que se venían trabajando. En el ámbito de sensibilización se han reforzado los Círculos de Silencio. Se trata de una de las actividades importantes, que se han extendido de Bilbao a otras cinco localidades de Bizkaia (Balmaseda, Portugalete, Barakaldo, Durango, Galdakao). En la otra línea de trabajo, el acompañamiento a las comunidades, destacaría la consolidación de la comunidad China ofreciéndoles un lugar de referencia en la parroquia de la Cruz. La comunidad latina venía con un recorrido más asentado. Hemos creado también un espacio con la comunidad africana, en la parroquia de San Antón. Vamos caminando junto a las diversas culturas y construyendo puentes para la inserción en las comunidades cristianas. También es importante la relación que venimos manteniendo con los grupos interculturales, con los que se han organizado diversas actividades. Otro elemento importante para trabajar en red es la Mesa Diocesana de Migraciones, donde se han planteado acciones conjuntas en las que hemos compartido recursos y proyectos.
¿Qué retos se plantean en este área de cara al futuro?
Una de las cuestiones fundamentales es que la comunidad cristiana asuma la realidad de la migración no sólo desde la parte teórica sino tal y como dice el papa: acogiendo, promoviendo, protegiendo e insertando. Para ello hemos preparado el documento «Comunidades Acogedoras» que queremos difundir y que cale en nuestras comunidades. Tal y como decía Jesús: «Fui extranjero y me acogiste». Nos tenemos que atrever ante la diversidad y plantarnos y posicionarnos ante el racismo.
Marije, ¿Cómo te sitúas ante esta nueva responsabilidad?
La palabra que pongo en valor es agradecimiento tanto por el tiempo pasado en mi tarea en Cáritas, en el centro comunitario de Hargindegi, en el barrio de San Francisco, como ante el nuevo servicio pastoral al que se me invita.
De Hargindegi puedo decir que me voy con la satisfacción del trabajo bien hecho, gracias al gran equipo de voluntariado y trabajadores. Mi deseo es que sigamos `soñando´y confiando poniendo siempre a la persona en el centro de nuestra intervención.
Ante la nueva tarea siento que es un gran reto, que afronto con ganas e ilusión, y a la que me entregaré con los ojos y oídos abiertos para aprender.