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15.04.2022

Mons. Joseba Segura: «El Dios cristiano está, al mismo tiempo, arriba y abajo, está en el cielo pero también luchando junto a nosotros y sufriendo nuestro drama»

El obispo de Bilbao ha presidido esta tarde en la catedral la celebración de la Pasión del Señor. En su homilía ha señalado que el cristianismo es una religión peculiar "en otras propuestas Dios está ahí arriba; nosotros -ha dicho- caímos en algún momento de ese cielo, de esa unión del creador y la criatura reflejada en el tiempo del Edén; de allí caímos y nos vimos arrojados a esta tierra de sufrimiento. En la mayoría de las religiones la vida espiritual consiste en intentar subir de nuevo la escalera, mediante el entrenamiento de la mente, la práctica de virtudes y las buenas obras. En este esquema general Dios está siempre arriba y nosotros aquí, en el mundo, intentando acercarnos a Él. Pero el cristianismo nos dice otra cosa: el Dios cristiano está, al mismo tiempo, arriba y abajo, está en el cielo pero también luchando junto a nosotros y sufriendo nuestro drama". Celebración completa: aquíA continuación reproducimos las palabras del obispo en su homilía:

Ondo etorriak gure Jaunaren kurutzea gurtzeko katedral honetan batu zarien guztiok. Gaur, oinazetan eta makal dagozalako, euren bizitzetan Jainkoaren kurutze honen indar salbatzailea behar daben guztien alde otoitz egingo dogu.

Hablemos hoy de cruces. Podríamos hablar de las cruces provocadas por los delitos contra la humanidad que se cometen en todas las guerras y, cómo no, también en la de Ucrania: asesinatos de civiles, violaciones y todo tipo de atrocidades; o podríamos hablar de los más de 6.500 trabajadores inmigrantes que han muerto en Qatar desde 2010, cuando se decidió que allí se iba a celebrar la copa del mundo de fútbol. Ello resultó en una masiva contratación de trabajadores extranjeros necesarios para abordar un proyecto de construcciones sin precedentes. Ahora se sabe que de esos trabajadores mueren 12 por semana, la mayoría laborando en esas obras en condiciones durísimas, especialmente durante los meses de verano. Podríamos seguir enumerando cruces y tragedias. Demasiadas para nombrarlas todas; demasiadas para tenerlas a todas presentes y pedir por todas las víctimas.

El cristianismo es una religión peculiar: en otras propuestas Dios está ahí arriba; nosotros caímos en algún momento de ese cielo, de esa unión del creador y la criatura reflejada en el tiempo del Edén; de allí caímos y nos vimos arrojados a esta tierra de sufrimiento. En la mayoría de las religiones la vida espiritual consiste en intentar subir de nuevo la escalera, mediante el entrenamiento de la mente, la práctica de virtudes y las buenas obras. En este esquema general Dios está siempre arriba y nosotros aquí, en el mundo, intentando acercarnos a Él. Pero el cristianismo nos dice otra cosa: el Dios cristiano está, al mismo tiempo, arriba y abajo, está en el cielo pero también luchando junto a nosotros y sufriendo nuestro drama. Ningún otro día como el Viernes Santo para ilustrar que en nuestra fe, la distancia y la tensión entre Dios y la criatura se ha hecho parte del mismo ser divino. El “Dios mío por qué me has abandonado” de la pasión según San Mateo, es un mensaje absolutamente único en la historia de las religiones: ahí Dios duda incluso de sí mismo, de su propia existencia. Es solo un momento, pero un momento esencial porque refleja algo inconcebible: una tensión profunda en el seno de la divinidad, un resultado sorprendente e inesperado del hecho de la encarnación. Esa tensión se resuelve en un acto de confianza final: en ese “todo está cumplido” del evangelio de San Juan, las últimas palabras del Jesús vivo. Así pues, no es solo que nosotros estemos separados de Dios. Como resultado de la entrega total de Cristo a la causa de la humanidad, esa separación ha sido asumida en el mismo ser de Dios. La divinidad en el cristianismo no es una dichosa experiencia de pacífica unidad. Incluye en sí misma las tensiones del vivir, del creer y del dudar.

Kristautasunean, jainkotasunak beragaz dakaz bizitzearen, sinistearen eta zalantza egitearen tirabirak. Eta Jainkoak ondo ulertzen ditu zalantzak, berak be izan ebazalako, bere buruarengan jasan eban nekaldi bortitzaren zentzugabekeria nekez ulertu eitekealako.

Esa identificación radical de Jesús con nosotros es también la fuente de gran misericordia. El peso de la vida es muy grande. Todas las tragedias posibles que generan sufrimiento se concentran en la historia de la pasión: tortura, juicio injusto, traición, abandono y finalmente, la muerte más baja imaginable. Difícil reflejar el mal de manera más condensada. Por eso la muerte de Jesús es una historia arquetípica que atrae la atención de todas las generaciones y en todas las culturas. La experiencia del vivir es a veces tan dura que Dios mismo en un momento puede sentir la tentación de desesperar y de dudar. Dios entiende las dudas, tus dudas y todas las dudas, porque él mismo las ha tenido. Por eso el Dios cristiano puede ser Dios de misericordia como ningún otro: entiende a quienes dudan porque por propia experiencia sabe hasta dónde puede llegar la dureza y el aparente sinsentido de algunas vidas sufrientes.

Todos en uno u otro momento y en grados diversos confrontamos algo de esa oscura y difícilmente asumible realidad de sufrimiento y maldad que se refleja en la cruz. El mensaje del Viernes Santo es justamente que es posible dar sentido a todo eso; que es posible confrontar al diablo, es posible ganar la batalla a nuestra condición mortal y pecadora. No porque nosotros podamos hacerlo. Se trata de un desafío enorme, incluso para Dios mismo. Pero Cristo lo ha conseguido, ha conseguido superar y trascender los poderes maléficos en este mundo gracias al “todo está cumplido.” Cristo hoy deja su casa en orden y nos invita a que cada uno pongamos nuestra casa en orden, no con nuestras débiles fuerzas, sino con el poder inmenso de esa fuente de gracia que es la cruz.

Kurutzeak irudikatzen dauan sufrimentu eta txarkeriari zentzuna emoteko, gure zalantzei, zentzugabekeriei, makaltasunei eta iruzurrei aurre egiteko ezinbestekoa da salbatu gaikezan Jainkoaren eskuetan jartea.

Solo así, asumiendo la responsabilidad de nuestra casa, poniendo orden en nuestras estancias ocultas, encomendándonos al poder salvador de este Dios que hizo suyas incluso nuestras dudas, podremos resolver las incoherencias, debilidades y engaños que arrastramos. Solo así estaremos en condiciones de contribuir a la solución de tantos problemas sociales y comunitarios que nos aquejan, evitando caer en dos errores comunes: el optimismo ingenuo de los que creen que el mal y la violencia pueden desaparecer sin gran esfuerzo, o la ideologización intelectual arrogante que echa balones fuera activando el ventilador de las culpas.

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