“Nos sentimos cercanos a tantos compañeros y compañeras de trabajo, junto con los cuales vivimos con angustia y preocupación este momento de incertidumbre laboral, acentuado por la crisis económica mundial.
“Hace unos meses sufrí en mis carnes la experiencia laboral más precaria que he vivido y, la verdad, que he vivido unas cuantas. Esta vez no fue porque tuviera un contrato basura, ni porque me pagaran un sueldo de mileurista. Sencillamente dejaron de pagarme mi sueldo… en la empresa había compañeros a los que no se les debía 2 meses, como a mí, sino 3 y 4. Fue muy duro.” (Óscar).
En este contexto de crisis queremos denunciar la destrucción de miles de puestos de trabajo y cómo se está exigiendo por parte de las organizaciones empresariales una mayor flexibilización del mercado laboral: abaratamiento de despidos, mayor precarización de las condiciones laborales, etc.; en definitiva, cargar con el mayor peso de la crisis a los trabajadores y trabajadoras, mientras se ayuda con suculentas inyecciones de dinero a los que sí son causantes de ella.
Una crisis producida por un sistema económico mundial injusto e insolidario, regido por el ciclo: consumir, producir, consumir, que tanta desigualdad y pobreza genera, especialmente en los más débiles. Esta crisis pone en cuestión la civilización montada sobre el macro-consumo, el derroche de recursos naturales, el capricho, las “modas”, la búsqueda desenfrenada del beneficio inmediato y a costa de lo que sea. Nunca ha sido más evidente la necesidad de un cambio radical que trastoque las reglas del sistema y el sistema mismo.
“Es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financieros y sociales, los cuales, aunque manejados por la voluntad de los hombres, funcionan de modo casi automático, haciendo más rígida las situaciones de riqueza de los unos y de pobreza de los otros”. (Juan Pablo II, en SRS, 16)
Llevamos años viendo cómo miles de trabajadores y trabajadoras son despedidos. Hay en nuestro país más de 3,6 millones de parados que se ven empujados hacia la pobreza y la exclusión. Cáritas denuncia que “en 2008 aumentaron un 54% el número medio de las demandas de ayudas económicas, centradas principalmente en ayudas para vivienda y alimentos”; y que “el 60% de quienes acuden son familias jóvenes, con dos o tres hijos en edad escolar, de los cuales la mitad son inmigrantes y la otra mitad españoles”.
Cifras no menos preocupantes tienen que ver con los ERE (Expedientes de Regulación de Empleo) que en España, en el 2008, crecieron un 163%. Así mismo, la desigualdad de género permanece en el mercado laboral, pues las mujeres perciben un salario 17,6% menor que los hombres y sufren el paro un 18,01% frente al 16,86% de los hombres.
Como trabajadores y trabajadoras cristianos, seguidores de Jesucristo, modelo de amor, caridad y esperanza, nos duele y preocupa esta situación. Nos sentimos interpelados por la realidad y llamados, desde el evangelio, a vivir más comprometidos. La esperanza cristiana es la que debe movernos a trabajar sin desmayo por un nuevo modelo de sociedad que sea más justo, más humano y más solidario.
Por eso, debemos romper la inercia social de no corresponsabilizarnos con nada porque no depende de nosotros. Todos tenemos responsabilidad de lo que pasa. Nuestra indiferencia también genera dolor y sufrimiento. Es el momento del compromiso: vivir nuestra vida priorizando nuestra solidaridad con los empobrecidos, poniendo nuestra economía a su servicio, compartiendo de nuestro salario con los que no lo tienen (y ya hay experiencias de ello en numerosos lugares del país), desarrollar un compromiso social y político con otros, para hacer posible una transformación de nuestra sociedad; replantearnos nuestros ahorros en la banca alternativa; indagar en el comercio justo; llevar una vida respetuosa con el medio ambiente, austera y no consumista; estar organizados y preocupados por nuestros vecinos y compañeros de trabajo, etc.
Así mismo, exigimos a los poderes políticos y financieros, la construcción de una política económica donde se coloque en el centro de las respuestas la vida de todas las personas, pues es urgente no sólo refundar la vida social y económica, sino nuestra propia humanidad.
Tenemos muchos motivos para participar, reivindicar y celebrar este 1º de Mayo día Internacional de la Clase Obrera”.
AIZU !!! nº 29. Derecho al trabajo. Derecho a la vida
Con motivo de dos fechas tan significativas para el mundo obrero como son el día 28 de abril, la Jornada Internacional sin Accidente Laborales y el 1 de mayo, la fiesta de los trabajadores, Pastoral Obrera ha editado el número 29 de su publicación Aizu, en el que se centran en la seguridad y salud en el trabajo como derecho fundamental, e incluyen datos tales como que en 2008 murieron en el Estado en accidentes laborales 1.089 personas; en la CAV, 62 personas y en Bizkaia 31. Añaden además, que hasta la fecha son ya 14 los fallecidos este año en la CAV.
En el mismo número de Aizu, Pastoral Obrera se hace eco de los 66.501 parados que había en Bizkaia a finales del mes de marzo, 121.090 en la CAV y 3,6 millones de personas en el conjunto del Estado. También ofrecen el dato de que en 2008 se han dado en Euskadi 659 expedientes de Regulación de empleo que han afectado a 14.780 trabajadores y que, en el mismo periodo se calcula que la Banca española ha ganado 65.000 millones de euros en beneficios.
Quien desee ampliar estas informaciones puede hacerlo en bizkeliza.org/pobrera
28.04.2009
Movimientos de Acción Católica denuncian la destrucción de miles de empleos
Los movimientos de Acción Católica especializados en la evangelización del mundo obrero, MTC (Mujeres Trabajadoras Cristianas), HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y JOC (Juventud Obrera Cristiana), han elaborado un comunicado ante la celebración del 1º de mayo, día Internacional de la Clase Obrera, en el que denuncian la destrucción de miles de puestos de trabajo que se está produciendo en el actual contexto de crisis y cómo se está exigiendo por parte de las organizaciones empresariales una mayor flexibilización del mercado laboral: abaratamiento de despidos, mayor precarización de las condiciones laborales… mientras se ofrecen ayudas económicas a los causantes de la crisis. A continuación reproducimos el documento: