San Bartolomé es una zona típica de Leioa con un fuerte carácter de barrio. El nuevo templo, que sustituye al anterior, se ha asentado en torno a la primigenia ermita de San Bartolomé Apóstol, que data del siglo XVI.
El ayuntamiento comenzó la reconstrucción integral del entorno urbanístico en el 2010. Edificaron viviendas, reformaron calles y habilitaron un parque. Demolieron el antiguo templo y, tras el correspondiente concurso, se adjudicó el proyecto a Lázaro Grijelmo y Asociados.
Los arquitectos que han diseñado el edificio, Carlos Lázaro y Ángela Grijelmo, destacan que la característica fundamental del templo es su sencillez, tanto funcional como desde el punto de vista “formal”, ya que se ha concebido también como otro “objeto urbano” con una fuerte presencia en el barrio.
El nuevo espacio, es un lugar de encuentro de las familias ya que alberga, además del templo y el parque, el colegio público y el kulturgune.
El párroco, José María Arieta-Araunabeña, se muestra muy contento por la inminente apertura de la nueva iglesia ya que, durante el último año han estado en situación de provisionalidad en la ermita y “se ha quedado pequeña” para acoger a la cantidad de fieles que se acercaban.
Dimensiones del templo
El nuevo edificio consta de planta baja, sótano y primera planta y dispone de capacidad para 250 personas. En las aulas situadas en la primera planta, hay espacio para 129 personas.
En el sótano se instalará un columbario para guardar y honrar las cenizas de los difuntos. Se ha situado, a modo de cripta, con luz natural “intentando crear un ambiente de recogimiento y respeto”, en palabras de los arquitectos.
Coste y financiación
El coste total de la obra ha sido de 1.500.000 euros, que serán sufragados, en parte, por la venta de otros bienes, y el resto, con un crédito a largo plazo.
22.05.2013
Nuevo templo en Leioa
El próximo domingo, día 26, se inaugurará la nueva iglesia del barrio de Basaez: San Bartolomé Apóstol. La celebración, presidida por el obispo, comenzará a las 12 horas. Durante cerca de 40 años, los oblatos fueron los responsables de atender la parroquia. Tras su marcha de la Diócesis el ayuntamiento derribó el edificio que albergaba el convento y la casa de formación.