Esta situación del confinamiento muy delicada. ¿Verdad?
Ciertamente son tiempos complicados y dolorosos. Viendo tantos fallecidos, la preocupación de tantos familiares, la situación de los ancianos en las residencias que son un factor de riesgo grande y viven con más preocupación si cabe esta situación, viendo también los grandes desafíos económicos, laborales, sociales que tenemos delante… Es un tiempo que nos reclama una especial responsabilidad y poner de nuestra parte todo lo que podamos para poder hacer frente juntos a estos grandes desafíos.
La Iglesia no ha cerrado en este confinamiento. ¿Se ha abierto de una forma distinta?
Eso es, aunque físicamente tenemos cerradas las puertas de los templos, pero nos hemos reinventado. Seguimos celebrando sobre todo por los difuntos y por las familias que están pasando malos momentos a través de los medios de comunicación. Otros sacramentos tienen que ser pospuestos y veremos si se pueden poner fechas para las primeras comuniones cuanto antes. El acompañamiento a la infancia, a la adolescencia o la juventud se sigue haciendo vía on line. Las actividades formativas, de Iniciación Cristiana. Caridad y Justicia con los equipos de salud, Pastoral penitenciaria, Lagungo, Cáritas con los comedores sociales etc. También estamos colaborando en acoger a personas que viven en la calle y algunas de ellas en la Casa de Espiritualidad de Begoña, los centros diocesanos…. La Iglesia ha intensificado su labor, aunque físicamente tengamos otras limitaciones.
El no poder acompañar al final de la vida y no celebrar los funerales son situaciones dolorosas
Pienso que ahora que ha pasado el tsunami inicial con riesgo de desbordamiento del sistema sanitario sea tiempo de repensar las cosas. ¿Es posible que algún familiar pueda acompañar a estas personas en los hospitales? Se puede mejorar ese elemento humano. El acompañamiento del duelo es algo muy importante. En la medida que nos digan de qué modo se pueden relajar algunas restricciones tendremos que abordar esto para sanar estas heridas profundas.
En el momento en el salgamos nos vamos a encontrar con realidades muy duras.
La cuestión de esta pandemia es tremenda y no podemos bajar la alarma. Siguen los contagios, los difuntos… Llevamos cinco semanas de confinamiento, un gran parón económico y laboral. Si antes teníamos unas situaciones un tanto delicadas, ahora se está destruyendo tejido económico, de pequeñas empresas y comercios…Me preocupa mucho esta situación. Vienen momentos complicados que requieren arrimar el hombro.