El obispo se ha referido en su intervención a la estructura fundamental de la Diócesis con su principal órgano de gobierno como es el Consejo Episcopal –que se reúne una vez por semana–, encabezado por el propio obispo, y al que acompañan el Obispo Auxiliar, el Vicario General, los Vicarios Territoriales y el Secretario General. Ha señalado además cuáles son los otros órganos de corresponsabilidad: el Consejo de Presbiterio, el Consejo Pastoral Diocesano y el Consejo de Asuntos Económicos, que actúan como órganos consultivos. No obstante, Monseñor Iceta ha recordado que no hay que considerar al obispo como «el CEO de una filial con matriz en el Vaticano», puesto que “no es un delegado del Papa, sino que cada Iglesia se rige por su propio pastor”.
El obispo de Bilbao ha explicado que, si bien “el objetivo de la Diócesis no es obtener beneficios, sino dar servicios a la comunidad”, para ello hacen falta recursos. “Abrir la puerta de una iglesia cada día cuesta 30 euros, principalmente en consumos como agua, luz, etc.”, ha ejemplificado.
En cuanto a la financiación, Mons. Iceta ha recordado que la Iglesia “no recibe nada de los Presupuestos Generales del Estado” y que “son los contribuyentes los que libre y voluntariamente eligen poner la ‘X’ en la declaración de la renta” –en el caso de Bizkaia, aproximadamente un tercio de los declarantes–. En concreto, “la Diócesis de Bilbao se autofinancia en torno al 87%”, ha afirmado. Y el objetivo es que “en cinco años estemos autofinanciados al 100%”.
Ley de mecenazgo
El prelado también ha abordado el apartado de retribuciones. Del millar y medio de empleados de la Iglesia en Bizkaia, quizás los más reconocibles sean sus 260 párrocos, que cobran unos 850 euros mensuales. Y tampoco es elevado el salario del propio obispo, que gana 1.250 euros al mes. Por otro lado están los trabajadores y trabajadoras laicos, muchos de ellos con cargas familiares, que perciben algo más, “similar al sueldo de un profesor de secundaria”.
El obispo de Bilbao ha hecho referencia también a la cuestión de la exención del pago del IBI de determinados inmuebles, y ha recordado que la ley de mecenazgos regula estas exenciones, “una medida de incentivo fiscal con la que el Estado reconoce las actividades de interés general que realizan muchas instituciones”, y de la que no solo se beneficia la Iglesia. “Tenemos el mismo régimen fiscal que otras 2.000 instituciones en Bizkaia; no tenemos privilegios”, ha añadido.
Patrimonio cultural y competencia
En cuanto al patrimonio cultural, Mons. Mario Iceta ha explicado que la Iglesia no se lo plantea como una riqueza en sí misma, “ni supone un tesoro económico o una fuente de negocio”, sino que “se ha planteado siempre como servicio a los demás, es un tesoro cultural para todos, pero en ningún caso un tesoro económicamente rentable. Más bien todo lo contrario”. De hecho, la Iglesia vizcaína invierte 3 millones anuales para mantener el patrimonio cultural, de los que menos de un 4% proviene de las instituciones. En este sentido, ha apostado por el desarrollo de “más medidas de mecenazgo o patrocinio, como ya se hace en Estados Unidos”.
También se han abordado otras cuestiones inherentes a la gestión empresarial, como la competencia –“no hay trasvase de fieles a otras religiones, sino que ha crecido el ateísmo y la indiferencia”, ha afirmado el obispo–, o la paridad, campo en el que “la Iglesia va dando pasos”.
Finalmente, en lo que respecta a la evaluación del cumplimiento de objetivos, ha marcado una gran diferencia con las empresas, ya que estos solo se pueden analizar desde una visión más cualitativa que cuantitativa, “porque la fe no se puede medir”.