En la exposición de este año del Museo de Arte Sacro puede contemplarse también, uno de esos belenes que podríamos llamar “tradicionales”. Figuras de barro realizadas a mano con la sola ayuda de unas espátulas de madera (lo que se conoce como “a palillo”), sobre un paisaje de musgo y rocas. Los tres Reyes Magos que cabalgan majestuosamente a lomos de camellos (bueno, dromedarios) y briosos caballos, precedidos por sus pajes, se acercan al lugar en que están San José, María y el Niño, junto a los consabidos buey y mula; muy cerca algunos pastores son sorprendidos por un ángel que les anuncia el nacimiento de Jesús. «Hasta ahí, todo como el belén que se montaba en mi casa cuando era pequeño, -explica Cembellín– pero, cuando nos acercamos lo primero que nos sorprende es el tamaño de las figuras. Baltasar, sobre su dromedario, mide medio metro de altura. Melchor y Gaspar quedan algo más abajo porque van a caballo. Y lo mismo pasa con los pastores. Aunque los personajes del Misterio son algo más pequeños, pero no menos vistosos. Y es que en realidad se trata de una combinación de figuras procedentes de dos belenes».
Los Reyes y pastores han llegado desde la parroquia de Santa María de Amorebieta (donde siguen estando el resto de las imágenes). Son parte de un belén de los años 50 del siglo XX, fabricado por solventes artesanos catalanes, una tierra donde los “pesebristas”, como allí les llaman, siguen manteniendo una importante actividad artesanal. Es un modelo clásico, «espectacular por su detalle y colorido, y que fue tan popular que aún podemos verlo en otras parroquias, como la de Zeanuri».
El Misterio procede de otro belén, «o, para ser exactos, de la recreación ‘belenista’ que en 1971 se hizo de los momentos estelares del Antiguo Testamento. Patrocinado por Iberduero –hoy Iberdrola–, fue un montaje de luz y sonido que recorría a través de varios escenarios toda la ‘historia sagrada’ desde Adán y Eva hasta el Nacimiento de Jesús. Y precisamente de la escena final de aquel viaje hemos tomado las piezas de San José, la Virgen y el Niño, con sus fieles acólitos el buey y la mula«.
Estas piezas fueron diseñadas por el dibujante bilbaíno Emilio García Ergüin y realizadas por los barceloneses hermanos Castells, la tercera generación de una prestigiosa saga de “pesebristas” cuya obra está representada en varios museos.
Aquel montaje fue expuesto en Bilbao en 1971, y en años sucesivos viajó por Donostia-San Sebastián, Pamplona, Madrid, Burgos, Logroño, Ávila, Valladolid, León, Zamora, Salamanca, Cáceres, Toledo, Alicante, Castellón… para terminar recalando de nuevo en Bilbao.
Así que ya saben, además de ver belenes procedentes de todo lo largo y ancho de este mundo, este año en el Museo de Arte Sacro/Eleiz Museoa, nos invitan a contemplar este belén “vasco-catalán” de los de toda la vida.