Cada año que pasa son varios los negocios que cierran. La búsqueda de vivienda y la creación de empleo son piedras angulares para que la vida rural siga siendo posible y atractiva, «rejuvenecer nuestros pueblos pasa por atraer a gente que encuentre viable su proyecto de vida en el medio rural» explica el presbítero diocesano Miguel Ángel Esnaola, uno de los promotores del proyecto.
Hoy a las 12:00 se reabrirá el kiosko de prensa en le barrio de la Concha y Alejandra será la responsable de regentarlo. Alejandra es natural de Castellón, donde nació hace 39 años. Llegó a Karrantza en 2014 y ahora considera que éste es su hogar. De hecho, acaba de renunciar a todo lo que tenía en su lugar de origen para instalarse definitivamente en el valle vizcaíno. “Considero que aquí hay personas y no solo gente. Nos conocemos todos”. Desde que vino ha hecho de todo: limpiar cuadras, pintura y albañilería, cortar leña. “No quiero ser una receptora de ayudas. Deseo vivir de mi trabajo”.
Hace un par de meses Alejandra ha recibido la adjudicación pública del ayuntamiento de Karrantza para regentar el kiosko de la plaza los próximos 25 años. Debido a la jubilación de quien lo llevaba anteriormente, el valle ha estado a punto de perder el único kiosko que, por su ubicación frente al ayuntamiento, es un lugar de referencia que da vida a este espacio frecuentado por muchas familias o turistas ocasionales.
Aprovechando el impulso que aporta el nuevo emprendimiento, además de prensa, revistas y refrescos, este punto de venta ofrecerá productos locales, un punto de lectura, proyecciones culturales y un servicio de reparto a domicilio, tan necesario para una población dispersa en el valle más extenso de Bizkaia.
Bar restaurante en Ambasaguas
Rosi Rugama, natural del municipio de Yalí, departamento de Jinotega (Nicaragua), siempre quiso emprender y tener su propio negocio. Cuando llegó a Karrantza en el 2016 estuvo cuidando a personas mayores, luego se hizo cargo de los niños de una familia en Bilbao y fue allí donde tomó la decisión de abrir un bar-restaurante en el barrio de Ambasaguas: “La Parada”, que llevaba varios años cerrado, el único local que ofrecía comidas entre semana en la zona.
¿Qué supuso para ti esa decisión?
Fue la realización de un proyecto que tenía desde hacía tiempo, pero que no llegaba a realizar por falta de tiempo y dinero. A final, con ayuda económica, el asesoramiento del TUP (Tenemos Un Plan, Plan de desarrollo económico y social desarrollado por la Unidad Pastoral) y una formación, me animé a abrir este local. En febrero inicié los trámites y todo estuvo listo para abrir el 13 de marzo de 2020, aunque solo por unas horas, pues desde ese día todos los bares tuvimos que cerrar.
¿Pensaste en abandonar el proyecto?
Nunca he dudado. Los planes de Dios son perfectos. Por algo ocurren las cosas, aunque hay que echarle ganas. El trabajo que ahora tengo me está suponiendo un crecimiento personal y profesional. Me proporciona más independencia, a la vez que supone una mayor responsabilidad.
¿Por qué te has quedado en Karrantza?
Cuando llegué me encantó. Yo vengo también de una zona rural de Nicaragua. Tengo dos hermanos más que viven aquí y la gente que quiero está a mi lado. En el futuro me veo viviendo aquí.
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