Este ciclo formativo, explica Jorge Muriel, está sirviendo para aprender y compartir “para encontrarnos y mantener el vínculo y la identidad. Un tiempo para hacer presente a Dios a través de la escucha activa, en las personas que sufren”.
Algunas reflexiones del voluntariado que está participando en las sesiones:
“Transformar y escuchar sin resolver. A veces las personas necesitan ser solamente escuchadas, sentir que lo que están diciendo es “recibido” con atención y respeto, por su interlocutor”.
“Nuestra escucha no es competencial ni resolutiva. No vamos de fiscales ni de trabajadores sociales, ni de capellanes…. Es una escucha PERSONAL. Una persona creyente se abre a que otra persona pueda expresar su estado, sus alegrías (que las tienen) etc… y sentirse escuchado. Escucha sanante”.
“La escucha tiene que ser desde el sufrimiento y tiene que ver con la comprensión. El sufrimiento no es cruz sin Jesús, sino una cruz con Jesús”.
“No era consciente de que podía ser capaz de transformar y de ser transformada mediante la escucha”.
“Un proyecto de escucha con voluntarios tiene mucho sentido: para las personas privadas de libertad, para el voluntariado, para las comunidades cristianas y para la sociedad en general”.