Joseba Rementería nació en Maume -anteriormente Ibarruri y ahora Muxika- el 12 de enero de 1934 y fue ordenado presbítero el 28 de julio de 1957, en la parroquia de San Antón, de Bilbao. Tras su ordenación, le nombraron ecónomo de La Asunción de Ntra. Sra. de Ziortza-Zenarruza. En 1961, le destinaron a San Miguel Arcángel, de Iurreta, como coadjutor y de 1969 a 1975, fue arcipreste en el Duranguesado. Su siguiente destino, desde 1975, estuvo en Basauri, como párroco de Ariz, en Ntra. Sra. de las Nieves y San Fausto. También fue Juez pro-sinodal en 1979, delegado del sector Basauri y, desde 1991, párroco de San Bartolomé Apóstol de Ugao Miraballes, donde esta tarde se celebrará su funeral.
Entre 2001 y 2006, Rementeria formó parte del Consejo Presbiteral de la Diócesis y desde 2009 estaba jubilado. Vivió varios años en la residencia de Venerables de Begoña y el último periodo, en la residencia de la Misericordia, donde falleció ayer domingo.
Durante un tiempo estuvo celebrando la eucaristía en euskera, en la basílica de Begoña, que se emitía en Bizkaia Irratia.
Cura o médico
Un reportaje dedicado a él en el periódico DEIA, hace ahora 11 años, le definía como «uno de esos hombres de eterna sonrisa».
En ese momento, Joseba rememoraba su infancia: «en mi casa vivía un cura, de patrona, y yo comencé de monaguillo. De ahí pasé al seminario, pero con 23 años me planteé ser cura o médico. Al final me decidí por cura, y ha sido un camino largo, lleno de dificultades, pero con muchísimas alegrías».
Rementería siempre tuvo muy buenos recuerdos de su etapa en el Seminario. El primer curso lo hizo en Gordexola «y me lo pasé bomba, hice muchísimos amigos», y el resto en el seminario de Vitoria, hasta 1957, su último año, que lo cursó en el seminario de Derio. «Mi curso fue el primero que estudió en el seminario de Derio y el primero que se ordenó allí. Me acuerdo que nos ordenaron en San Antón y unos días más tarde di mi primera misa».
Familia
Izaskun Iturrioz, sobrina nieta de Joseba (nieta de una de sus hermanas) le recuerda con mucho cariño.
Él fue el pequeño de cuatro hermanos, un hombre que valoraba mucho el estar con la familia “siempre presente” y muy fiel a sus raíces “Toda la vida se sintió muy de Maume, nunca perdió el vínculo con lo que era y de donde era”. En todas partes en las que estuvo como cura, Joseba hizo y mantuvo muy buenas amistades.
Constantemente preocupado por aprender “le gustaba mucho estudiar”. Izaskun tenía un vínculo especial con él “fue el tío que fomentó mi amor por la lectura”, el que siempre le regalaba libros en su cumpleaños. “También me regaló mi primer libro ‘de mayor’: El médico, de Noah Gordon”.
¡QEPD!