El Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera, que apoya esta iniciativa junto a Pastoral de la Salud, HOAC o comunidades Fe y Justicia, ha publicado en el número 21 de su boletín “Aizu” un recorrido por toda esta alarmante situación bajo el epígrafe de “No más violencia hacia las mujeres “. La violencia contra las mujeres está presente en todas las sociedades del mundo, sea cual sea su sistema político o económico. No sabe de culturas, clases sociales ni etnias. Este escándalo cotidiano se manifiesta de diferentes maneras y tiene lugar en múltiples espacios, pero tiene una raíz única: la discriminación universal que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo.
Este año, con el último asesinato de la mujer de 76 años en Cantabria, ya son 69 el número de mujeres muertas por violencia machista, según los datos de la Delegación del Gobierno contra la violencia sobre la mujer. Se ha superado ya el número de mujeres asesinadas en 2006 (68) y 2005 (58).
En cuanto a los agresores, los datos indican que sobre once de ellos pesaban órdenes de alejamiento que estaban en vigor en el momento del crimen. Otro de los asesinos había sido detenido en 2004 por agresión, aunque posteriormente la mujer no denunció. Y en tres casos, a pesar de haber una denuncia, no se habían dictado órdenes de protección porque las víctimas solicitaron el archivo de las actuaciones.
En el País Vasco, diez mujeres se ven empujadas cada día a denunciar a su marido, novio o ex compañero afectivo por malos tratos,según los datos que difundió ayer mismo el Gobierno Vasco.
Jesús de Nazaret, que vivió en una cultura machista, adopta una actitud contracultural al tratar a la mujer en igualdad de condiciones con el hombre: frente a los fariseos que acusaban a la mujer de adulterio por la que querían apedrearla, les coloca, también, a ellos, como pecadores; ante la mujer samaritana, que había cohabitado con cinco maridos, Jesús, con su forma de tratarla, le hace sentirse realizada Por esto para el cristiano la igualdad entre el hombre y la mujer no es una cuestión sólo de moral sino una opción vital, que radica en el núcleo de su fe.
Actualmente existe una mayor conciencia sobre la necesidad de eliminar esta lacra social, pero todavía falta mucho camino para lograr que no sea un delito invisible, o sea asumido como algo inevitable. Se deben denunciar este tipo de hechos y tomar actitudes decididas, cada cual en el ámbito social o institucional dónde desarrolle su actividad, frente a este tipo de violencia que tiene rostro concreto, ya que una de cada tres mujeres en el planeta ha sufrido abusos en algún momento de su vida a manos de agentes de Estado, miembros de su propia familia o conocidos. Además, el 70% de la mujeres asesinadas en el mundo lo son a manos de sus parejas o ex-parejas y la violencia en el .ámbito familiar es la principal causa de muerte y discapacidad entre las mujeres de 16 a 44 años de edad.
