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21.04.2020

¿Cómo se vive el confinamiento en las parroquias rurales y en la ciudad?

La alerta sanitaria y el confinamiento, están haciendo que las parroquias y Unidades Pastorales de nuestra Diócesis readapten su actividad para seguir “siendo comunidad”. En las zonas urbanas se está haciendo un especial hincapié en contactar con la gente, sobre todo a través del teléfono, –ya que en muchos casos es el único medio a su alcance-. Otra manera de contactar es enviando cartas a las residencias. El presbítero Javier Oñate, de la Unidad Pastoral UP Deusto y Javier García, de la Unidad Pastoral San Fausto, de Basauri, en el vídeo que acompaña estas líneas explican que durante estos días han descubierto “la importancia de los grupos” que ya tenían constituidos y lo agradecidas que se muestran las personas al recibir sus llamadas. En las zonas rurales, "donde ya canta el cuco", el contacto con la naturaleza y la red de apoyo de las personas de los pueblos hacen llevar el confinamiento de una manera diferente. 

Los curas diocesanos Javier Oñate, de Deusto; Javier García, de Basauri y Sergio Buiza, de la Zona Minera destacan la utilidad de las llamadas que los parroquianos «agradecen mucho por poder sentirse algo acompañados y parte de la comunidad». Muchas de estas personas carecen de redes sociales y no disponen de otra manera de comunicarse más que la del teléfono. Por eso el «contacto directo a través de llamadas es importante para cuidar los vínculos y para estar cerca de las personas enfermas ya sea en casa, en las residencias o en los centros sanitarios». Se muestran preocupados sobre todo, por las personas que fallecen, que no pueden ser físicamente acompañadas, «en esos casos procuramos estar cerca de la familia, muy próximos: llamamos, comunicamos, nos emocionamos”.

Sergio Buiza, desde la Zona Minera, relata también que cada día envían a un grupo de personas un capítulo del Evangelio con audio, imágenes y textos para poder reflexionar y orar y difunden la frase del día del equipo de espiritualidad de Cáritas- Se han implicado mucho, además, en la iniciativa diocesana de envío de cartas a personas que viven en residencias, sobre todo desde los colegios diocesanos de la UP (San Felix y Somorrostro) y las Franciscanas de Montepellier, familias de catequesis y los grupos Eskaut. Por otra parte, mantienen “la Cate en casa” y el contacto con las familias que iban a bautizar a sus hijos e hijas en estos dos últimos fines de semana de abril, parejas que han aplazado sus bodas, etc.

Ha llegado el cuco

En las zonas rurales, como en la comunidad parroquial de San Pedro de Romaña, en Turtzioz, la referente parroquial Pepita Larrauri explica  que el confinamiento en un pueblo pequeño se vive, por un lado, como en cualquier población “con preocupación, incertidumbre y aceptando la realidad y por otro lado con aparente normalidad. Digo esto –matiza-porque los seres humanos formamos parte de un todo y mientras las personas sufrimos la pandemia, el resto de la naturaleza sigue su plan, como si nada ocurriera. En este mes largo, los árboles se han adornado con flores y con hojas; los animales domésticos que estaban estabulados (confinados) durante los meses de invierno, salen a pacer la yerba que crece fresca y abundante y el cuco, fiel a su cita de abril, ha llegado puntual. La vida sigue”.

Larrauri explica que no pretende hacer una promoción de los pueblos rurales, “que tienen muchas carencias, sólo quiero poner en valor, que, en momentos duros y dramáticos para muchas personas, los que en ellos vivimos, sentimos que el contacto con la naturaleza y la cercanía de las personas, son una tabla de salvación. La mayoría de las personas vivimos en un caserío, luego el habitáculo es grande. Tiene balcón o terraza o jardín o huerto, es decir espacio para salir, tomar el sol, respirar buen aire, cuidar y contemplar las flores que muestran en primavera todo su esplendor, escuchar a los pájaros que en esta época andan un poco alborotados y si los vecinos están en la parcela cercana charlar un rato, sin saltarse las normas”.

Dice que no ha sido necesario crear una red de apoyo para personas que viven solas o que tienen alguna discapacidad, porque ya la tenían anteriormente, bien su familia, asistencia domiciliaria o el buen vecino. “Desde la Comunidad Cristiana de San Pedro estamos interconectados. Nos llamamos por teléfono, más que nunca; nos interesamos por la salud, la familia y si hay alguna noticia en el barrio. Especial sorpresa y alegría se llevan cuando les llama el párroco, valoran y agradecen infinito su interés y cercanía. También para quienes disponen de whatsap envía el Evangelio del día con un pequeño comentario, una reflexión individual y una oración. Desde aquí damos las gracias a nuestro párroco por su valiosa ayuda”.

Las parroquias de Arratia han puesto en marcha la iniciativa «La Iglesia sin paredes- Horma bako parrokiak´. En un blog que se difunde por diversas listas de distribución en el que cada día, y van 37, se ofrecen algunas oraciones y reflexiones para poder reunirse cada uno desde sus casa. Diariamente a las 12 h. las campanas de las iglesias tocan en recuerdo de las personas enfermas y fallecidas, por el personal sanitario, por las familias, por los científicos, por las personas que están solas, por las personas que acompañan a las familias… 

Adjuntamos el enlace a su blog en el que van actualizando sus experiencias: aquí