24-12-2024 Martes, semana - adviento
Bizkeliza 5 Portada 5 “El aborto es asunto de humanidad y de ética, no solo de fe y moral cristiana”
17.03.2009

“El aborto es asunto de humanidad y de ética, no solo de fe y moral cristiana”

A continuación reproducimos el texto íntegro de Monseñor Blázquez ante la anunciada ley sobre el aborto:

Aunque no aparecía en el programa electoral con que se presentó el PSOE a las elecciones generales celebradas hace algo más de un año, ha anunciado el Gobierno una ley sobre el aborto de cuya propuesta hemos conocido algunos aspectos. El anuncio nos ha llenado de preocupación y de tristeza, ya que se trata de una cuestión no sólo de política y de derecho, sino profundamente humana y moral, pues afecta al ser humano en la fase de gestación. Creyentes y no creyentes nos sentimos hondamente concernidos.
 La propuesta, de que se nos ha informado, amplía, hasta la libertad absoluta en algunas semanas, la interrupción del embarazo; al tiempo que da mayor seguridad a quienes lo practiquen. Pero esto equivale a dejar más indefenso al ser humano concebido y en gestación. La mayor facilidad del aborto es lo mismo que mayor desprotección del niño en camino. En el centro de la discusión está la vida de un ser humano sumamente débil e inocente y la voluntad de la madre situada en una coyuntura particularmente delicada. Ni a aquél se puede dejar indefenso ni a ésta se debe dejar sola. Nosotros defendemos la nueva vida con la madre, no contra la madre. La madre debe ser acompañada, pero no tiene derecho a cortar a su hijo el itinerario de la vida. En el Evangelio aprendemos a defender la dignidad de la mujer como hija, esposa y madre; como niña, adolescente, joven, adulta y anciana. La razón, por otra parte, se ve fortalecida para custodiar la dignidad de todo ser humano, cuando lo reconocemos como creado a imagen y semejanza de Dios.
 La ciencia tiene cada día más argumentos y la coincidencia entre los científicos es cada vez mayor para concluir que desde la concepción existe un nuevo ser humano, que dentro del seno materno pasará, sin solución de continuidad, por la implantación, y por las etapas de embrión, de feto, de feto viable hasta el nacimiento. No se puede apoyar en la ciencia la pretensión de disponer durante algún tiempo de la vida en gestación, como si no fuera todavía un ser humano. La novedad radical acontece en el primer momento de la concepción y poco a poco se va formando y haciéndose visible el niño o la niña en el proceso de gestación. La calidad de la vida humana tanto en el origen como en su término, en todas las etapas, situaciones y circunstancias, consiste no tanto en el vigor, visibilidad, capacidad y eficiencia cuanto en el ser persona. Donde la vida humana es más débil y dependiente se comprueba con mayor claridad el auténtico respeto de la dignidad del varón y de la mujer. A esta luz se percibe mejor la calidad ética de una sociedad y la excelencia de una cultura. Fue un paso grave cuando, hace varios decenios, nuestras sociedades se mostraron comprensivas con el aborto y lo admitieron socialmente. Por ello, no es un logro socio-cultural conseguir el mayor grado de permisividad; más bien, la excelencia moral consiste en la solidaridad con los más débiles.
 Nos parece particularmente preocupante que, según parece, la propuesta pase de considerar el aborto como un delito despenalizado en ciertos supuestos a considerarlo como un derecho de la mujer. Da vértigo pensar que la madre pueda disponer de su hijo para vida y para muerte. A partir de la concepción es un ser distinto de la persona del padre y de la madre, aunque esté confiado al seno materno y a sus cuidados; no es un amasijo de células sino alguien que pasando por diversas fases, sin solución de continuidad, llegará, si no se le interrumpe el recorrido, a los brazos y al regazo de la madre.
 Según hemos conocido por manifestaciones de personas responsables de la propuesta, podría incluso una joven menor de edad recurrir al aborto sin permiso de sus padres; llama la atención que lo que en otros aspectos de la vida no reconoce la ley, este proyecto se lo otorgaría a la chica en una coyuntura tan dura y complicada. Se pondera la capacidad de decisión de la joven pero en realidad se la deja sola, sin el consejo y el apoyo de sus padres, ante una cuestión trascendental de su vida.
 Se debe prestar en todo el itinerario una atención especial a la madre que tiene dificultades para llevar a término el embarazo; y una vez que ha dado a luz, si no puede criar al hijo, que lo encomiende a quien pueda cuidarlo como merece su condición de persona. Incluso si la mujer ha recurrido al aborto, se le debe ayudar a llevar el peso que la misma naturaleza humana deposita en su conciencia; los cristianos podemos confiar que a pesar de todo el Padre del cielo le ofrece su misericordia y la oportunidad de un nuevo comienzo con una nueva esperanza. Aunque la ley despenalice en algunos casos el aborto, éste deja su huella en la madre, porque hay otra ley inscrita en el corazón que dice: No matarás, no matarás al hijo de tus entrañas. Hay madres que conservan la ecografía, como la única fotografía de su hijo, en un recuerdo imborrable que reaviva tantos sentimientos. Sería una grave irresponsabilidad banalizar el aborto, ya que comporta fracaso y dolor. El aborto hace al menos dos víctimas: El hijo que muere y la madre que carga en su conciencia con el hijo muerto. El aborto es malo para el hijo y para la madre.
 Una línea imaginaria puede moverse hacia delante significando el progreso o hacia atrás indicando la regresión; hacia arriba señalando la excelencia y la superación o hacia abajo en declive y decadencia. El aborto no es progresivo en lo auténticamente humano, no es conquista de un derecho, sino desfallecimiento en la estimación del ser humano y en su protección y cuidado.