Durante dos días a la semana repartidos en dos grupos, en base al conocimiento del idioma, los jóvenes migrantes acuden a la Escuela y allí las alumnas – «ya que todas las voluntarias son chicas«, les dan clases de español. Tal y como señala el director de BAM, Santiago Larrañaga, este proyecto les ofrece una oportunidad «única» para que como maisus y andereños del futuro aprendan a «integrar la sociedad y la Escuela«.
La alumna Maddalen Muruaga se ha embarcado en esta iniciativa y la está viviendo con mucha ilusión. A pesar de que ella es del departamento de los Pirineos Atlánticos, de la localidad de Urruña y no habla bien castellano, considera que sabe «algo más» que los jóvenes migrantes y les puede ayudar. «Estoy contenta. Es lo mínimo que puedo hacer«, subraya.
Roberto Mielgo es uno de los profesores que realiza el soporte pedagógico y acompaña en esta iniciativa a las alumnas. Reconoce que aunque a veces están desbordados de tarea y esta actividad extra les requiera otra dedicación más, «merece la pena«. Es, sin duda, una acción ejemplar para el alumnado y «un camino a seguir» . Además Roberto subraya que es una manera de dar y recibir. Por ejemplo, se suelta ya con algunas palabras en lengua bereber. Iratxe Lavado, otra de las estudiantes voluntarias en la iniciativa solidaria, destaca que está teniendo la oportunidad de «conocer otras culturas«.
Los jóvenes migrantes que están participando en la experiencia se muestran contentos porque «si quieres trabajar en un país, es importante que conozcas el idioma» y tienen claro que quieren hacer su vida aquí viviendo con dignidad. A pesar de que, algunos de ellos han estado viviendo en la calle durante un tiempo, hasta que han entrado a formar parte de los proyectos de acompañamiento de Cáritas Bizkaia.