Iñaki Zudupe, miembro de la Asociación Fe y Acción Solidaria, nació en Azpeitia (Gipuzkoa) el 28 de noviembre de 1946, fue ordenado presbítero diocesano en la catedral de Santiago, en Bilbao, en 2004 y compartió mas de 20 años de su vida en Perú. La mayoría de ese tiempo estuvo en Alto Trujillo, junto a las personas más desfavorecidas y los últimos 5 años vivió en El Salvador, donde ha fallecido. Iñaki era licenciado en Filosofía e Historia Contemporánea y Magisterio.
En 2017, por motivos de salud, paso una temporada en Bilbao y durante esa estancia concedió una entrevista a la emisora diocesana Bizkaia Irratia, en la que hablaba de las terribles inundaciones que estaban sufriendo en Perú en ese momento. Entrevista completa: aquí. Zudupe rememoraba sus primeros tiempos en Perú y hacía referencia a un fatal accidente que había costado la vida a una voluntaria en un atropello, de la misma manera en la que él ha fallecido este domingo. «Llegué con mucha ilusión, -recordaba- pero mi primera pregunta fue ¿Qué puedo hacer yo aquí? Al principio me asusté, pero con la ayuda de dos de mi grupo y de un joven cura comenzamos, primero a realizar cosas sencillas como impartir clases. Más tarde comenzamos a animar a la gente para que bajara del monte y construyera sus primeras casas para que dispusieran de agua y luz. Se montaron unos grupos de trabajo. En este primer destino estuve durante cinco años. Tuvimos un gran disgusto porque un camión atropelló y mató a una voluntaria de Santander de 24 años. Fue un golpe fuerte para todos, pero sirvió para que muchas personas se solidarizaran con el proyecto y comenzaron a enviar dinero desde Santander. De este modo, pudimos construir escuelas y comenzamos con las tareas pastorales».
Reproducimos a continuación el texto escrito por Carlos Beorlegui, compañero de comunidad de Iñaki Zudupe, tras el fallecimiento:
Nos acaba de llegar la triste noticia de la muerte de José Ignacio Zudupe, a quien todos llamábamos Iñaki. Había nacido en Azpeitia, y allí fue alumno desde sus primeros años del colegio de los HH. Maristas. Muy joven entró en el seminario de los Maristas, con los que siguió el proceso de formación en los diversos centros formativos (el juniorado en Villafranca de Navarra, el noviciado de Anzuola, Gipuzkoa, y el escolasticado en Balmaseda, Bizkaia) hasta emitir posteriormente sus votos perpetuos.
A finales de los años 70, inició junto con otros compañeros, bajo el liderazgo de Patxi Loidi, un proceso de discernimiento con objeto de acomodar la vida religiosa a los tiempos actuales, siguiendo las orientaciones del Concilio Vaticano II. Dicho proceso llevó a este grupo a la separación de los maristas, para iniciar un nuevo movimiento, denominado Sociedad de Vida Apostólica Fe y Justicia, que está incardinado dentro de una organización más amplia, con seglares sin votos ni compromiso de vida comunitaria, denominada Acción Solidaria.
Cuando dentro de la Sociedad de Vida Apostólica Fe y Justicia se inició un proceso de discernimiento sobre la posibilidad de que algunos de sus miembros pudieran ordenarse sacerdotes, Iñaki fue uno de los que sintieron la llamada al sacerdocio, siendo ordenado en la catedral bilbaina, por Mons. Ricardo Blázquez.
Su tarea profesional y pastoral ha sido larga y muy fructífera. Tras conseguir el título de Magisterio, inició su labor docente en el colegio de los HH. Maristas de Erandio (Fundación Jado), donde dejó una profunda huella entre la juventud erandiotarra, no sólo por su actividad profesoral sino también por sus múltiples actividades extra-académicas, dentro del conocido y entrañable club Belarra. Posteriormente, se licenció en Historia en la Universidad de Deusto. Y tras el período de discernimiento y de formación de la SVA Fe y Justicia, sus actividades sociales y pastorales le llevaron a organizar durante una decena de años campamentos de verano en diversas aldeas de Lugo (Galicia), donde los/as jóvenes trabajaban en labores del campo, compartiendo y experimentando la vida campesina en aldeas pobres. Igualmente, organizó durante varios años campamentos de verano para jóvenes en barrios marginales de la ciudad de Málaga. Durante esos mismos años, se dedicó durante varios años a llevar, junto con otros compañeros, la catequesis de confirmación de la parroquia de San Ignacio (Bilbao). Igualmente, trabajó durante varios años como profesor de religión en el colegio marista El Salvador (c/Iturribide, Bilbao).
Tras ser ordenado sacerdote, fue enviado por la comunidad a realizar su labor pastoral a Trujillo (Perú), donde ejerció de párroco en dos de sus parroquias. Estando en plena celebración de una de las eucaristías, sufrió un grave ataque cardíaco, del que salió adelante al tener la suerte de hallarse entre las personas asistentes una médico profesional, que le hizo los primeros auxilios y ayudó a ser llevado luego al hospital. Operado del corazón en Bilbao, y tras un tiempo de descanso, siguió con cuidado sus actividades pastorales esta vez en El Salvador, en Antiguo Cuscatlán, una de las ciudades del área metropolitana de San Salvador. Las tareas que estaba desarrollando allí eran muy diversas, al igual que durante su estancia en Perú: desde visitar y ayudar a personas marginales que vivían en zonas muy marginales de chabolas (“champas”, en El Salvador), hasta ser formador de jóvenes seminaristas de la SVA Fe y Justicia y grupos de Acción Solidaria, y colaborador de diversos sacerdotes en sus tareas parroquiales. En los últimos años, transmitían por radio y TV salvadoreña sus celebraciones eucarísticas, en las que destacaban sus explicaciones cercanas y profundas sobre el evangelio del día. Y tras haber celebrado la eucaristía en un lugar cercano al santuario mariano de La Ceiba, en Antiguo Cuscatlán, fue atropellado violentamente por un coche, con un impacto tan fuerte que no pudo sobrevivir. Eran las primeras horas de la tarde del domingo 27 de febrero de 2022.
Los que lo conocimos y tuvimos la suerte de vivir con él recordamos sus grandes cualidades de formador de jóvenes, tanto en actividades académicas como extra-académicas; su gran capacidad de cercanía y su extraordinario sentido del humor, que le hacían cálido y cercado en el contacto con personas de todo tipo y edad. Una faceta importante de su vida eran también sus dotes extraordinarias de pintor, totalmente autodidacta, y que ejercitaba de forma muy intermitente, pero que podemos admirar en los cuadros que fue dejando en todos los sitios por donde ha pasado. Pero, sobre todo, era una persona de profunda fe y generosidad, de oración cálida, y de una gran cercanía con la gente más pobre y marginada.
La noticia de su trágica e inesperada muerte nos ha dejado a sus amigos sumidos en una gran pena y tristeza, pero, al mismo tiempo, consolados porque su recuerdo nos acompañará mientras vivamos, dándole gracias a Dios por lo que nos ha aportado y el ejemplo que ha supuesto para nosotros a lo largo de su vida. Que descanse en paz en los brazos de nuestro/a Padre-Madre. Hasta siempre, Iñaki.
Carlos Beorlegui, compañero de comunidad.