Ángel Romero (Libros. Teruel, 2 de marzo de 1935), fue ordenado presbítero en el Seminario de Derio, en el año 1965. Tras su ordenación fue nombrado coadjutor y miembro del equipo presbiteral de Miraballes. Su siguiente destino, de 1974 a 1989, estuvo en Rekalde, allí formó parte de su equipo presbiteral y también fue delegado de sector.
Desde 1989, la tarea pastoral de Ángel ha estado ligada a la localidad de Santurtzi, primero como párroco de La Inmaculada Concepción, donde hoy tendrá lugar su funeral y, después, hasta su jubilación, como miembro del equipo presbiteral, con dedicación a Mamariga.
Afable y entrañable
Su compañero presbítero Jesús Sánchez Maus, le conoció de joven en Rekalde “Me preparó para confirmación en Rekalde y luego coincidimos seis años como curas en Santurtzi”. Le define como una persona tranquila y muy colaboradora “en el tiempo que coincidimos y a pesar de estar jubilado, siempre estuvo disponible. Conmigo se portó muy bien. Yo tenía la responsabilidad de dos parroquias y él colaboró mucho”. Ángel, que vivía en la casa cural de la parroquia de San Jorge, permaneció activo hasta el último momento y hasta la semana pasada estuvo celebrando misa.
Maus le recuerda hace muchos años, en la plaza de Rekalde, paseando con su ama “vivió y cuidó de su madre hasta el último momento”. Destaca su carácter campechano, sencillo y tranquilo “la gente en Santurtzi tiene un recuerdo muy bueno de él, de persona muy afable y entrañable y desde el punto de vista ministerial, fue muy colaborador y disponible siempre, para que se pudiera contar con él, donde hiciera falta”. En Santurtzi, Ángel también celebró durante mucho tiempo en el Patronato Santa Eulalia, con las Hijas de la Caridad.
Cercano y generoso
El presbítero Carlos Olabarri conoció a Ángel Romero, cuando era seminarista en Santurtzi. “Era una persona cercana y generosa, un hombre muy agradable y de oración”.
Carlos recuerda un momento especial con él “no olvidaré cómo estando yo en mi habitación se me acercó y me regaló el cáliz de su ordenación. Lo había restaurado recientemente y me dijo que quería que fuera para mí, para un joven seminarista”.
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