La Luz de la paz de Belén es una de las tradiciones más importantes del escultismo católico. Cada año, un scout austriaco viaja a Belén y recoge la llama de la Basílica de la Natividad. Esa llama viaja de Austria a otros países siguiendo un recorrido de tela de araña: Scouts de diferentes lugares acuden adonde está la luz, con sus lámparas y velas apagadas, y tras una misa en la que esta luz es protagonista, iluminan sus mechas y vuelven a casa con la llama. Este año se han tenido que cambiar los sistemas de distribución y la llama fue recogida ayer, en Muskiz, por la encargada de Fe, Lorea Martín, los miembros de la mesa de Fe Irati Amezaga (Kilimusi) y Cristian Crespo (Errekalde) y los monitores de Goizale Eneko Aguion y Ander Bargos.
Llama encendida todo el año
Bajo el lema “Y LA LUZ BRILLA EN LA TINIEBLA” la luz de la paz de Belén pretende ser este año más que nunca un signo de esperanza, alegría e ilusión ante la situación tan compleja que estamos viviendo, explican responsables scouts. “Ha habido que adaptar esta iniciativa y debido a las restricciones de movimiento en Europa, en el reparto de San Nicolás utilizaremos una llama que aún sigue encendida desde el año pasado en un convento de trinitarias en Madrid”.