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13.03.2024
El obispo, en el pregón de Semana Santa

«La presencia pública de Jesús es reivindicación de los muertos, especialmente de los anónimos y olvidados»

Ayer, el obispo de Bilbao pronunció el pregón de la Semana Santa bilbaína. Las cofradías eligieron a Joseba Segura "por ser el primer obispo nacido en Bilbao y porque ha fomentado su presencia y su renovación interna". La mayor parte de las cofradías eran asociaciones privadas de fieles y el prelado ha impulsado que se conviertan en asociaciones públicas de fieles, "dado el carácter público de su actividad". El acto, en el que estuvo presente la alcaldesa en funciones de la capital, Amaia Arregi, contó con la introducción del deán de la catedral, Luis Alberto Loyo. Posteriormente, el presidente de las Cofradías Penitenciales, Luis Olaortua, presentó al obispo, quien pronunció un pregón provocativo y con gran carga de crítica social porque como dio a entender, la Semana Santa es cada vez más contracultural.

El obispo comenzó su intervención en euskera señalando «el honor» y la «oportunidad» que supone el haberle elegido como pregonero para poder compartir ante la «plaza pública«, algunas reflexiones en torno a las procesiones y a la religiosidad popular.

Prosiguió su mensaje con una metáfora en torno a la Semana Santa en la calle, en Bilbao y en Bizkaia, que es «un tapiz de múltiples hilos, una sinfonía de religiosidad popular que resuena con fuerza cada año».

Citando al papa, puso en valor la religiosidad popular que «cuando es juzgada desde arriba y desde fuera, corre el riesgo de no ser apreciada». En este sentido, subrayó que «con razón» algunos cofrades han sentido que estas manifestaciones religiosas «no eran ni acompañadas, ni tan siquiera valoradas por ciertos grupos eclesiales y sectores del clero».

Ruptura con la vida cotidiana

Aunque no sea una empresa «fácil» la Semana Santa para las personas creyentes es un tiempo en el que el «corazón se ensancha» y se logra «romper los círculos cerrados de este mundo». En este punto, se refirió a este mundo que necesita «abrirse y volver a creer y confiar que la fraternidad humana sigue siendo posible».

Fededunontzat, Aste Santuak, aparteko zentzua dauka. Iraganeko iturritik ur  freskoa dario eta egarri gareanok, pozik edaten dogu. Baina gure gizarteko askorentzat, aste honek Santu izateari itxi deutso.

Equilibrio entre palabras y símbolos

El obispo de Bilbao continuó su reflexión poniendo en valor tanto la imagen como la Palabra. Dijo que «mientras la Iglesia en su vida litúrgica da más importancia al lenguaje verbal, amplios sectores del pueblo valoran más este lenguaje material, físico«. Sin embargo, para el prelado, «ambas formas de expresión religiosa se complementan».

Resumió esta idea en una frase: «la historia de la salvación está en la Biblia, pero también en las imágenes del pueblo».

Gugan emozinoa sortzen dauan edozein irudik, berba jarioak baino gehiago gogoratzen dau. Horregaitik, prozesinoetan ataraten diran imajinak, katekesi bizia dira.

El sufrimiento

En este punto de la reflexión el obispo respondió en primera persona tras lanzar algunas preguntas retóricas en torno al sufrimiento. «La gente evita el sufrimiento, yo lo evito, todos lo evitamos en cierta medida. Pero cuando llega, llega», apostilló. Porque «la cruz no la quiere nadie». Por eso, la reacción de Pedro es «la de todos».

Se refirió a esa cruz que era un símbolo «reconocido y apreciado socialmente» hasta convertirse en «piedra de escándalo», y desaparecer del espacio público. Hizo hincapié en esta idea con una referencia explícita a su retirada de las aulas «incluso con ideario cristiano«.

Argi dago. Gaur egunean ezin izango litzake Gorbeiako tontorrean kurutzea jartzeko ideia mahai ganeratu. Hogeigarren mendean ohikoa zana, mende bat geroago, pentsa ezina da.

La finitud de la existencia

Puso el acento sobre «el nuevo tótem» que «produce miedo» y que ha desplazado hoy a la sexualidad «omnipresente». Se refirió a la muerte, algo ante lo que «esta sociedad no sabe qué hacer».

Aludió a la ubicación de los tanatorios «donde aquí se venden ruedas de camión y ahí se vela a los muertos«, en sitios «convenientemente marginales».

En este apartado de la reflexión dejó uno de los titulares de la jornada: «El único cadáver que desfila abiertamente por las calles de nuestras ciudades es el del Cristo muerto de la Semana Santa, crucificado o yacente».

Acto seguido se refirió a otra cuestión crucial vinculada a la procesión de las imágenes por la calle: «Su presencia pública es también reivindicación de todos los muertos, mujeres y hombres, y especialmente de los anónimos y olvidados».

Lehen, etxekoak hilten ziranean, gaubela eginda agurtzen genduzan. Ez ziran bakarrik izten. Orain, ostondu egiten doguz tanatorioaren hotzean.

La Semana Santa, a la calle

El prelado bilbaíno se refirió a las víctimas desaparecidas de la memoria humana. Recordó a las 30.000 víctimas «la mayoría mujeres y niños» que están muriendo en Gaza y en Cisjordania. Solicitó al público presente, que entendiera su «ser» cofrades como «un ejercicio de justicia y libertad» para con todas ellas.

Apostilló esta idea de obrar con libertad «para decir no al nuevo pensamiento impuesto, de resistirnos a esa estrategia según la cual, el mundo nuevo debe construirse sobre la destrucción de lo que ha sido valioso«.

Las personas creyentes no tenemos miedo a asumir todas las dimensiones de nuestra humanidad. Nos alegramos con quienes están alegres, sufrimos con quienes padecen y vivimos agradecidos por la vida de nuestros muertos en la esperanza de que un día también nosotros nos uniremos a ellos.

Obsequio de las cofradías

Al finalizar la lectura del pregón, el presidente de las Cofradías Penitenciales, al igual que a los anteriores pregoneros, entregó un obsequio al obispo de Bilbao.

El obispo en un momento de su intervención