¿Ha cambiado mucho la situación durante estos años de `confinamiento voluntario´?
Muchísimo, tanto en la sociedad como en nuestro devenir diario. Antes, cuando nuestros padres enfermaban por ejemplo, no teníamos permiso para salir a visitarles o para hacer algún recado… Ahora la situación ha cambiado. El confinamiento por la pandemia no nos ha afectado en absoluto. Sí que hemos tenidos menos visitas, pero, nosotras seguimos con la misma rutina.
¿Qué relación mantienen con los Lekeitiarras?
Nos quieren mucho y nosotras a ellos. Aunque no hayamos nacido aquí nos consideramos del pueblo después de tantos años viviendo en la localidad.
¿Qué nos puede enseñar a esta sociedad la vida de clausura?
Que hay muchas cosas a las que se les da importancia, pero que no la tienen. Lo más importante es hacer una vida tranquila y sosegada en caridad y con amor. Sabiendo que esta vida se pasa, pero no hay que vivir con angustia sino valorando lo que tenemos.
¿Por quiénes rezan las monjas?
Nos han empezado a enviar las esquelas de cada difunto del pueblo. Rezamos por ellos, por los fieles difuntos, por los arrantzales, por los bienechores, las personas enfermas, por los que no tienen trabajo…
¿Os preocupa la falta de vocaciones?
No hay vocaciones para sacerdote o religioso, pero tampoco para sacerdotes. No hay vocaciones porque la gente no se quiere comprometer. Parece que la gente tiene miedo a comprometerse. El amor supera todo egoísmo.