«El advenimiento de la Inteligencia Artificial impone un abordaje renovado y audaz sobre el futuro: ¿Qué tipo de mundo queremos y qué queremos hacer con esta increíble tecnología?»
«La Inteligencia Artificial impone una nueva mirada al futuro y corremos el riesgo de ser la agencia del pasado, todos dedicados a defender posiciones ganadas».
Inteligencia artificial e inteligencia humana
«Un sistema de Inteligencia Artificial no tiene cuerpo. Los humanos sí. El pensamiento humano siempre tiene cuerpo. En este sentido, la comparación entre la inteligencia artificial e inteligencia humana corre el riesgo de ofrecer una doble reducción de la experiencia humana sobre la que debemos estar prevenidos, incluso y especialmente cuando hablaos de estos temas».
«Ante todo, somos más que nuestros datos, no somos reducibles a los numerosos rastros que dejamos continuamente en el universo digital, por el que somos perfilados, catalogados e imaginados en nuestro futuro. No es cierto que las máquinas lo sepan todo sobre nosotros».
«La comparación entre inteligencia artificial e inteligencia humana es siempre decepcionante: no ayuda a captar el problema».
«Corremos el riesgo de que se produzca una especie de dictadura de la técnica».
«La lógica tecnocientífica, casi como una nueva religión, socavando otros ‘saberes’, eludiendo la sabiduría de los cuerpos, tiende a convertirse en la única depositaria de la verdad y en la principal protagonista de la transformación del mundo y de la cultura de la vida».
Mensaje del Papa
«El papa Francisco en su mensaje con ocasión de la última jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales dedicó el tema a la Inteligencia Artificial. Habla de la cuestión del corazón, habla de la necesidad de sabiduría. En otras palabras, pide un planteamiento, una profundización de la razón con la que habitamos este mundo. Este es el núcleo del problema: la forma humana de vivir esta era tecnológica. Pero el Papa también dice algo más: dice que todo esto depende de nosotros. Invoca, de hecho, una respuesta ética».
«Desde que la Inteligencia Artificial se ha convertido en tema de debate público, estamos asistiendo a un resurgimiento inesperado y sorprendente de la cuestión de la ética».
«Un grave riesgo que corremos al hablar de la ética de la inteligencia Artificial en este momento es el de situar la ética al final de la cuestión. No podemos situar la cuestión de la ética de la inteligencia artificial al final, sino que debemos situarla al principio o, como dicen los técnicos “by desing”. Debemos pensar éticamente sobre estas nuevas tecnologías desde el momento en que empezamos a pensar en ellas, a diseñarlas, a comercializarlas».
Desde 2016, año de la renovación deseada por el Papa Francisco, la Pontificia Academia para la Vida ha iniciado una reflexión compleja y articulada sobre la conexión entre las nuevas tecnologías y la vida humana.
Algorética
«Creo que hoy la cuestión de la algorética es ante todo una cuestión de ética social, y por lo tanto no se trata de situarla en escenarios posthumanos supuestamente apocalípticos. Cuestiones como la recogida, posesión y custodia de datos, así como la protección de menores y personas frágiles, el aumento de las desigualdades y el riesgo de reducción de las libertades individuales, y el debilitamiento de los procesos democráticos, son solo algunos de los temas que exigen una atención urgente y seria».
«La transformación actual es un fenómeno global ante todo por su difusión instantánea».
«La tecnología es entonces global en las formas en que se realiza. Casi todos los equipos digitales que poseemos han sido diseñados en centros de investigación occidentales (a menudo privados), fabricados en fábricas asiáticas, con materiales casi siempre africanos, comercializados por multinacionales que, con mucha frecuencia, tienen un director general indio».
«Sólo superando la idea de lo digital como medio en favor de, por ejemplo, la categoría de medio ambiente, aún reservado a los iniciados, superaremos el riesgo de presenciar, dentro de la Iglesia, o bien un entusiasmo acrítico por las nuevas oportunidades de proclamación evangélica y de ejercicio de la práctica religiosa que ofrecen las tecnologías modernas, o bien su condena preocupada».