«Un año más, nuestro mensaje es de cercanía y amistad, en este período en que celebramos el Ramadán y la Semana Santa. Un tiempo valioso para nuestro camino espiritual y para nuestra vida familiar y social.
Conflictos
El creciente número de conflictos en nuestros días, que van desde combates militares hasta enfrentamientos armados de diversa intensidad en los que participan Estados, organizaciones criminales, bandas armadas y civiles, se ha vuelto verdaderamente alarmante, con la amenaza de que se desencadene una tercera guerra mundial.
Las causas de estos conflictos son múltiples, algunas antiguas, otras más recientes. Aunque una parte de nuestra familia humana sufre gravemente los efectos devastadores del uso de estas armas en la guerra, otros se regocijan cínicamente por el gran beneficio económico de este comercio inmoral y mortal.
Al mismo tiempo, nuestro encuentro fraterno de reflexión y compartir evidencia que también poseemos personalmente inmensos recursos humanos y religiosos para promover la paz. La condena y el rechazo de la guerra deben ser inequívocos: toda guerra es fratricida, innecesaria, insensata y oscura.
En la guerra, todos pierden. Ninguna guerra es santa, sólo la paz es santa. Nuestras religiones se empeñan en formar las conciencias para que respeten el valor absoluto de la vida de cada persona y su derecho a la integridad física, a la seguridad y a una vida digna, que contribuirá igualmente a la condena y al rechazo de la guerra, de toda guerra y de todas las guerras. Miramos al Todopoderoso como el Dios de la paz. La fuente de la paz, que ama de manera especial a todos aquellos que dedican su vida al servicio de la paz, que es un don divino pero, al mismo tiempo, fruto del esfuerzo humano.
Como creyentes, desde el año 2016 en nuestros encuentros “Juntos por la convivencia” expresamos nuestro propósito de ser testigos de esperanza.
Esta noche simbolizamos la esperanza con una luz que irradia seguridad y alegría. Unámonos para apagar el fuego del odio, la violencia y la guerra, y encendamos en su lugar la dulce luz de la paz, aprovechando los recursos para la paz que están presentes en nuestras ricas tradiciones humanas y religiosas.
Que nuestro compartir y las demás prácticas piadosas del Ramadán y la Semana Santa traigan a nuestro mundo abundantes frutos de paz, esperanza y alegría».