En 1.077 páginas, se ha tratado de incorporar nuevos materiales históricos que den de Pedro Arrupe una imagen más adecuada a la realidad “sin tomar partido ni tratar en ningún momento de hacer apología pero sí desmintiendo algunos infundios que a veces se han escuchado como que fue un mal gobernante o que no tomaba partido en los temas clave”, apuntó Ángel Pérez.
Figura decisiva en momentos de cambios
Los ponentes hicieron especial hincapié en la delicada situación durante la cual Pedro Arrupe ocupó su cargo, un momento de transformación de la Iglesia en el que, en palabras de Alfonso Álvarez, “el general de la Compañía de Jesús se encontró entre cuatro frentes: por un lado los orígenes de la compañía, por otro un cambio que claramente estaba originando un nuevo mundo. El tercer frente era la Santa Sede con el Papa Pablo VI a la cabeza y el cuarto era el evangelio”.
Estos cuatro frentes fueron a su vez sus cuatro puntos de apoyo. Y es que, como apuntó Rafael Aguirre, “a Pedro le acusaron de débil, idealista, de que pisaba el acelerador y nunca el freno. Pero en realidad él era un apóstol, no un burócrata”. Trató de hablar con el Papa Pablo VI, conversó con el resto de congregaciones, explicó que había que cultivar puentes hacia el futuro sin perder los puentes con el pasado y, sobre todo, experimentó lo que él denominaba: la historia profunda, la historia más importante pero que no se ve, es decir, la experiencia de Dios.
Vuelta a sus orígenes: Arrupe Etxea
El número 2 de la calle Padre Lojendio, donde en su juventud Pedro educó su Fe cristiana, fue ayer el lugar escogido por los ponentes para destacar que durante su vida desarrolló las mejores virtualidades de la educación que recibió entre esas cuatro paredes. Virtualidades que, en palabras de Alfonso Álvarez Bolado, radican en “la capacidad que tuvo para afrontar todos los problemas con humildad y mansedumbre, cuidando de que la compañía fuese fiel al Papa pero sin dejar de ser fiel a la compañía”. Gracias a estas virtudes el General de la Compañía de Jesús llegó a una conclusión que no podía ser más certera: “el futuro acaba de empezar”.