El obispo comenzó agradeciendo a tantas mujeres y tantos hombres “que han trabajado siguiendo el Evangelio y poniendo en práctica las palabras de Jesús”. En su homilía, Mons. Segura puso en valor la vida de las Siervas de Jesús “inspirada en la vida de María Josefa y en la vida de Cristo. Los seres humanos –dijo- somos definidos por lo que hacemos, no por lo que decimos que hacemos, tampoco por lo que pretendemos ser. Reflejamos así el ser de Dios. Dios no es un ser abstracto, es alguien que crea, que hace promesas, que guía que perdona, que orienta y si debemos elegir una palabra que defina todo, podemos decir: Dios que libera. No es un hombre, no es una cualidad, no es un concepto, sino alguien que actúa y que nos invita a nosotros a actuar”.
Mujeres de la Resurrección
“Quiero invitaros a que seáis mujeres de la resurrección, mujeres que responden al exceso de mal que existe, a veces, en este mundo, con un exceso de bien”, dijo a las religiosas allí presentes “nosotros queremos poner en práctica una norma que creo que sí es capaz de cuestionar y superar todos los problemas que plantea el mal en este mundo: combatamos el exceso de mal con exceso de bien. Dios es exceso, el Evangelio es, en muchos sentidos y en muchos momentos, exceso: lean ustedes las bienaventuranzas, lean lo que el Señor nos dice cuando nos pide cosas que parece que son imposibles: que perdonemos setenta veces siete, que no pidamos que nos devuelvan nada de lo hemos dado. Es una lógica que a este mundo le parece a veces absurda. Ahí está: la entrega total, nos invita a hacer lo que Él hace: No es suficiente con no hacer daño, o con evitar hacer el mal, hay que hacer el bien. Hay que hacer positivamente el bien con los dones que Dios nos ha dado, con las responsabilidades que tenemos, con la oportunidad que Él nos da de contactar con gente, especialmente cuando esa gente está en una situación de debilidad y nosotros con nuestra palabra y nuestra acción podemos ayudar y reflejar ese don y ese amor de Dios. Ahí está la capacidad sobrenatural de las mujeres de la resurrección a la que os invito a que también participéis vosotras: ver a Cristo en los enfermos, verle en los necesitados, abrazarle en la pobreza de quienes no pueden devolver el favor, reconocerle donde le mundo solo ve deterioro y fealdad, descubrid ahí al más bello de los hombres y vivir todo eso con alegría dando sentido a los trabajos y a las pruebas cotidianas”.
Capilla de Música de la Catedral
La capilla de Música de la Catedral acompañó la celebración, con la participación del coro de las Siervas de Jesús, de Bilbao, e interpretaron los himnos de la Congregación de autores como E. Vázquez, P. Colino, L. Aramburu, así como el himno compuesto para este año jubilar por Vicente Castellanos.
Prorroga del Año Jubilar
El deán de la catedral, Luis Alberto Loyo, leyó el decreto de la penitenciaría apostólica por el cual se concedía la prórroga del año jubilar hasta el 25 de julio de 2022 “de todos y cada uno de los beneficios espirituales debidamente otorgados por medio del decreto del 1 de julio de 2020, con ocasión del jubileo de las hermanas siervas de Jesús de la Caridad que fue declarado al efecto a partir del día 25 de julio de 20220 y hasta el 25 de julio de 2021 y que, en gran medida no ha sido celebrado por el pueblo desafortunadamente por causa de la epidemia Covid 2019. Acoge así la solicitud elevada el 11 de mayo de 2021 por la reverenda Madre Celeste Martina del Carmen Espinal, superiora general de la mencionada congregación a fin de que aquel plazo fuera extendido”.
Palabras de la superiora general
Con las palabras de agradecimiento de la superiora general, madre Martina Espinal, concluyó la celebración, “Reciban –dijo- el saludo cariñoso y mi gran agradecimiento en este día especial para todas las Siervas de Jesús. Con el corazón exultante de alegría quiero expresar con el salmista: el Señor ha estado grande con nosotras y estamos alegres. Alegre y agradecida por este derroche de gracia y bendición que el Señor, rico en misericordia, ha derramado y sigue derramando en sus siervas. Hace un año, aquí, en esta catedral de Santiago, dábamos inicio a este Año Jubilar, en medio de esta pandemia en la que también recordábamos el heroísmo de santa María Josefa y las primeras Siervas de Jesús en la epidemia del cólera que asoló Bilbao en la segunda mitad del siglo IXX. Fueron tiempos m difíciles en las que estas tres jóvenes valientes, decididas y confiadas en la gracia del Espíritu Santo daban comienzo a esta aventura de amor y sacrificio. Santa María Josefa puestos los ojos en el Señor, y fiada completamente en su providencia, comenzaba a dar vida a su deseo constante de ir por todo el mundo para enseñar a las gentes el conocimiento y amor de Dios cueste lo que cueste y es aquí, en Bilbao, donde ve nacer su amado instituto, que después se extenderá por toda España y América. Hoy presente también en Asia y en África. Así mismo, en este día, no podemos dejar de dar gracias a Dios por la presencia del venerable Padre Mariano José de Ibarguengotia, cofundador de las Siervas de Jesús, Hijo de esta tierra, que acompaño de cerca a Santa María Josefa con su ayuda incondicional, especialmente en los comienzos de esta gran obra».