En el club social de Argia Fundazioa las personas con trastorno mental grave se reúnen para jugar al ping pong, al ajedrez o para ver películas. Salen a pasear o se van a comer un gofre con las personas que les atienden. Es un lugar para juntarse y pasar un buen rato, “porque aquí, cumpliendo unas normas básicas, venimos a pasarlo bien”, señalan algunas de las personas atendidas, pero que en este espacio son “los socios”.
Argia atiende otros recursos, en los que las personas usuarias permanecen una media de 5 a 15 años que se interpretan como “años de estabilidad”, una cuestión “fundamental” para cualquiera, pero más importante para las personas con trastornos mentales. “Porque las personas usuarias que estabilizan mejoran su salud mental”, subraya Arantza Larizgoitia, responsable de calidad, innovación y conocimiento.
Aunque se ha avanzado en este sentido, todavía el estigma social sigue ocultando a este tipo de personas por lo que tal y como indica Jokin Cortezón, responsable de los recursos residenciales, uno de los objetivos de Argia es acompañar a mejorar la imagen pública de estas personas.
El acompañamiento personalizado, en algunos casos “hasta el final de la vida”, ofreciendo respuestas médicas y espirituales es una muestra del servicio integral que ofrece Argia, tal y como resalta el director médico Bienve Presilla.