A lo largo de todo el fin de semana, el movimiento Cursillos de Cristiandad ha llevado a cabo en la Casa de Ejercicios de Begoña uno de sus cursos. «Nuestra fe y la esperanza cristiana en la Resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo Resucitado. Con una persona que traza un nuevo horizonte en la vida, un cambio de orientación decisivo», explica Itziar Marigómez, una de las responsables de este movimiento en nuestra Diócesis. «Somos enviados, con urgencia, a las periferias para evangelizar a los bautizados que han olvidado su bautismo, a los no bautizados (que cada vez van siendo más numerosos) y a los que no creen. Hoy, más que nunca, tenemos que hablar constantemente de procesos de conversión cimentados en un encuentro personal con Jesucristo».
Para Marigómez, nuestra Iglesia no nos pide nada nuevo, sino que nos pide lo de siempre: «que los que estamos, salgamos al encuentro de los que no están. Ese es nuestro reto, -concluye- sentirnos siervos útiles, piedras vivas, al servicio de nuestra querida Iglesia diocesana».
Un poco de historia
Los Cursillos de Cristiandad nacieron en Mallorca a finales de los años 40. En 1956 tuvo lugar el primer encuentro en Bilbao en su versión masculina. En 1966, Mons. Gúrpide los suspendió, hasta que Mons. Cirarda aprobó su restitución en 1970. Algunos meses más tarde dieron comienzo los cursillos de mujeres y en 1976, se consiguió celebrar el primer cursillo de cristiandad mixto.
