Esnaola nos cuenta que, el día de Todos los Santos, al mismo tiempo que cientos de carranzanos se acercaban a honrar a sus difuntos, en un valle con 17 parroquias y 16 cementerios, se iba difundiendo el anuncio de que el domingo por la tarde se recogerían productos de primera necesidad, así como botas de goma, palas, escobas, mascarillas y guantes.
La Residencia de la Virgen de los Desamparados, en Soscaño, fue especialmente generosa en la entrega de material, después de quedar conmovidos por las imágenes de la Residencia de Ancianos de Paiporta con sus instalaciones anegadas, donde lamentablemente murieron 6 residentes.
Paiporta y unas 70 localidades, zona cero de la catástrofe que asoló el Levante español, han pasado a ocupar un lugar en el corazón de mucha gente. Todavía en shock por la tragedia vivida. Paiporta se sitúa en el epicentro de este colosal drama, en el que han fallecido más de 200 personas y todavía hay muchas otras desaparecidas.
Desde Karrantza
Hasta Paiporta llegaron este lunes, 4 de noviembre, tres furgonetas, una de ellas conducida por personas de la asociación Norai. Todas las furgonetas iban rebosantes de productos de higiene y alimentación recogidas gracias a la generosidad de mucha gente carranzana movilizada por las parroquias y asociaciones de la zona.
Llegaron a Paiporta bien entrada la noche, contemplando con los faros de los vehículos «un paisaje desolador, con barro por todas partes y cientos de coches hacinados formando siniestras esculturas. Hacía tan solo unas horas que las calles volvían a estar medianamente iluminadas, gracias a la instalación de servicios de emergencia».
En primera persona
Miguel Ángel Esnaola, forma parte del grupo que se trasladó hasta Valencia a llevar los enseres recogidos. Este es su testimonio tras su regreso:
«El primer contacto con un punto de recogida de alimentos y material, gestionado por los propios vecinos, nos aconsejó regresar a las 7:00 h., y llevar a la localidad de Albal para depositar la carga en el colegio de la localidad. En la puerta de entrada, una fila de vecinos esperaba desde primera hora para recoger alimentos, material de limpieza y enseres de higiene. Parte de lo aportado desde Karrantza salió inmediatamente a localidades más aisladas que, 4 días después de la riada todavía no habían recibido ninguna ayuda.
Pasará mucho tiempo hasta que esas localidades afectadas recobren cierta normalidad. Los locales comerciales y viviendas en planta baja han quedado completamente inutilizadas. Hubo lugares donde el nivel del agua alcanzó los 3 metros de altura.
En el viaje de regreso, las imágenes de cientos de voluntarios, en su mayoría jóvenes, pertrechado con palas, cubos, rastrillos y escobas quedan en la memoria. En medio de un ambiente apocalíptico, con colas de gente esperando pacientemente recibir comida gratuita cocinada a pie de calle, brillaban en los rostros de una «riada» esta vez de voluntarios, los rayos del sol de la mañana. Han sido una horas fuertes, trágicas y esperanzadoras al mismo tiempo. Todos los centros educativos están cerrados, pero esas calles se han convertido en una inmensa escuela de solidaridad, que sin duda marcará a quienes allí se afanan”.