El obispo, en su homilía ha destacado la belleza del lugar y ha hablado de los desafíos en las zonas rurales “En Bizkaia –ha dicho- el problema no es tan grave como en zonas de Castilla y León, por ejemplo, en zonas de la España vacía ¿Qué va a pasar? –ha cuestionado- ¿qué va a pasar con parajes preciosos en los que la gente está desapareciendo ¿qué son los maravillosos paisajes sin gente? No son nada, donde no hay comunidad humana ¿qué queda? tan solo una bonita estampa para que los que van de turismo puedan ver cosas bellas”.
También ha dicho que la vida humana no es turismo, “la vida humana es arraigo, relaciones, compromiso, relaciones y quizá lo que ha pasado aquí, en este barrio poco conocido en Bizkaia, es una bella lección de lo que puede ser ese deseo de recuperar, de mantener y de intentar que sigan vivas cosas que en este momento están en peligro. La Iglesia aquí es un símbolo de lo que fue este espacio y este entorno, antes de que fuera Iglesia. Seguramente era un entorno de encuentro es un símbolo porque ha sido lugar de varios templos –están documentados como mínimo dos templos antes que este- y hay una zona arqueológica en la que podemos encontrar muchas cosas y muchos restos de vida de una comunidad que estaba asentada y que compartía muchas cosas aquí”. Ha recordado que fue un lugar de encuentro, en el que la gente del entorno se reunía, dialogaba y tomaba decisiones, un lugar en el que se construía comunidad y en el que se arreglaban diferencias y se hacían proyectos, “en esa relación humana que es absolutamente esencial, la de la cercanía”.
Además, ha señalado que el desafío de la zona rural tiene mucho que ver con el desafío de las relaciones cercanas y de la presencia de las pantallas en nuestra vida, “especialmente la gran diferencia que existe en como nosotros nos hemos relacionado y en cómo se relacionan las nuevas generaciones, y qué va a pasar y que implicaciones va tener. Yo no le tengo miedo a la tecnología, pero, efectivamente, tenemos que ser conscientes de que hay muchas preguntas, muchas cuestiones y muchos cambios que van a afectar a nuestra vida y no debería ser que perdiéramos lo fundamental: la comunicación cercana y el hecho de que podamos compartir físicamente un espacio, que es espacio de todos y nos hace cercanos, mujeres y hombres que son conscientes de que, efectivamente, la dimensión corporal y relacional en directo es fundamental en nuestra vida”.