Han sido diversas las propuestas de empresas vascas que han innovado para ofrecer soluciones al mercado capaces de combatir al virus de la COVID-19.
El proyecto del Centro Formativo Otxarkoaga es un modelo de innovación social y educativa, un ejemplo de integración de jóvenes en situación de calle acompañados por Cáritas y con la colaboración de instituciones como el Ayuntamiento de Bilbao y el Gobierno Vasco. Gracias al programa Auzobizi, 250 chicos y chicas continúan su proceso formativo a pesar de haber cumplido los 18 años, evitando así que caigan en la marginalidad.
El personal del centro detectó que estos jóvenes llegaban a clase en condiciones deplorables, llegando a quedarse dormidos en el aula. Además, constataron que si abandonaban los estudios quedaban desamparados y a merced de una vida al margen del sistema, convirtiéndose en un problema social
El centro cambió la mirada y enfrentó el problema desde una perspectiva global: colaboró con otros agentes sociales y sistematizaron una red que sostiene a estos chavales, más allá de la formación reglada. Así, han estructurado un programa de centros habitacionales para ayudarles a hacer el tránsito a la vida adulta y creado un sistema de ayudas de comedor, transporte y ropa, haciendo un seguimiento posterior a través de un mediador, un exalumno como ellos, que les ayuda a gestionar sus carencias emocionales.
Además de lograr que este colectivo no abandone sus estudios, han creado itinerarios formativos adecuados a la realidad empresarial vasca, orientados a la industria 4.0, gracias a la coloración de organizaciones empresariales. El objetivo es lograr una rápida incorporación al mercado laboral, ya que estos jóvenes tienen la necesidad de enviar dinero a sus familias en sus países de origen, urgencia que les impulsa precisamente a abandonar sus estudios
Envío de dinero a móviles, para las personas en situación de vulnerabilidad
Ante la imposibilidad del contacto presencial y de hacer llegar ciertas ayudas durante el confinamiento a muchas personas altamente vulnerables, Cáritas Diocesana de Bilbao ideó una solución. Habilitaron canales de contacto y medios no presenciales para hacer llegar a estas personas, con seguridad y transparencia, recursos para su subsistencia. Se trata de gente que en muchos casos carece incluso de cuenta bancaria, por lo que, en colaboración con el Gobierno Vasco y organizaciones del Tercer Sector usaron Hal Cash, una app para el envío de dinero a móviles. De este modo, han podido seguir ofreciendo sus programas a familias y personas en situación de gran precariedad. La tecnología ha permitido a Cáritas realizar una trazabilidad de los recursos asistenciales y garantizar que llegan a aquellos que más lo necesitan, no dejando a nadie atrás. Esta innovación queda implementada en el sistema de dotación de ayudas económicas de Caritas, suponiendo no sólo un canal de ayuda económica sino de acompañamiento y escucha a través de la tecnología móvil.