Esta es una buena fecha para conocer más a fondo alguno de los proyectos diocesanos. En concreto, nos acercamos al Centro Formativo Otxarkoaga, perteneciente a la red diocesana EBI. Es un modelo de Innovación Social y Educativa, un ejemplo de integración por medio de la formación y el empleo de jóvenes en situación de vulnerabilidad. Gracias a él en el último curso, más de 250 chicos y chicas, inmigrantes en riesgo de exclusión social, continúan su proceso formativo, evitando así que caigan en la marginalidad. Igualmente, el centro acoge a otros 50 menores migrantes no acompañados, que se incorporan al sistema educativo mediante un programa de primera acogida.
El personal del centro detectó que muchos de estos jóvenes llegaban a clase en condiciones deplorables, llegando a quedarse dormidos en el aula. Además, constataron que si abandonaban los estudios quedaban desamparados y a merced de una vida al margen del sistema, convirtiéndose en un problema social.
El centro cambió la mirada, salió de su marco puramente escolar y enfrentó el problema desde una perspectiva global: colaboró con otros agentes sociales y sistematizaron una red que sostiene a estos chavales, más allá de la formación reglada y la formación para el empleo. Así, han estructurado un programa de centros habitacionales para ayudarles a hacer el tránsito a la vida adulta y creado un sistema de ayudas de comedor, transporte y ropa, haciendo un seguimiento posterior a través de profesores y mediadores. Alguno de ellos es un exalumno, que les ayuda a gestionar sus carencias emocionales.
Reportaje completo, en el último número de la revista diocesana Alkarren Barri/Comunicación: