Estos son los 10 titulares sobre el papa emérito que ha ofrecido hoy el obispo de Bilbao en la misa exequial celebrada en la catedral de Santiago:
- La iglesia sólo tiene sentido si concreta y refleja el amor de Dios al mundo.
- Junto con otros muchos, promovió en la profunda transformación del pensamiento y la liturgia que se gestó en el Concilio Vaticano II.
- Ratzinger, contrariamente a la imagen que muchos tienen de él, demostró a lo largo de su vida una disposición para asumir y defender cambios profundos.
- Bien común y servicio a la “humanidad”, dos objetivos que miran hacia afuera. Entre ellos el papa emérito sitúa su deseo de trabajar por la Iglesia.
- Benedicto fue tachado de conservador, pero ha insistido en algunos temas. Lo ha hecho por explicar y preservar lo que a su juicio eran elementos centrales de lo que el cristianismo ha aportado y debe seguir aportando al proceso de humanización en el mundo.
- Benedicto, además de un teólogo sabio, ha sido un creyente que reza. Y reza porque ama. ¿Y a quien ama? Ahí está su cristología para dar una respuesta.
- La espontaneidad de los gestos no era su fuerte, pero la gente pudo percibir tras una cierta torpeza física, que no era el personaje rígido e inmisericorde, caricatura alimentada mediáticamente desde su tiempo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
- Ha podido dejar claro cuál ha sido el centro de su vida: con aciertos y errores, pero siempre apacentar y pastorear, tareas que expresaban mejor incluso que sus palabras su profundo amor por Cristo.
- Al que no le gustaban los focos, lo pusieron al frente de la Doctrina de la Fe, una de las oficinas vaticanas más atractivas para los medios, tanto por su pasado como “santo oficio”, como por su responsabilidad hoy con todo lo relacionado con los abusos en la Iglesia.
- Al que no le gustaba la gestión, le pusieron al frente de una de las instituciones con retos de gobierno globales más delicados y en un momento particularmente complejo. Efectivamente al joven que hacía lo que le gustaba, su amor por Cristo le llevó donde nunca hubiera, ni deseado, ni imaginado tener que llegar.