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20.03.2023

Mons. Joseba Segura: “La Misión sigue estando viva”

On Joseba Segura gotzainaren esanetan, garrantzitsua da, han eta hemen, diruz edo voluntario lez lagunduz, misinoei eusteko ahalegina autortzea eta eskertzea.
Ayer, cuarto domingo de Cuaresma, el obispo de Bilbao y delegado de Misiones Diocesanas Vascas, Mons. Joseba Segura presidió, al mediodía, la Eucaristía en la catedral de Santiago “tenemos –dijo al comenzar- una intención especial para recordar los 75 años que se cumplen en este 2023 de aquella aventura misionera que iniciaron las diócesis vascas”. Recordó que, en aquel momento, en 1948, solo existía la Diócesis de Vitoria. “75 aniversario de Misiones Diocesanas Vascas que queremos ofrecer a Dios y agradecer por tantas experiencias y riquezas compartidas con los pueblos a los que llegaron nuestras misioneras y misioneros, sacerdotes, religiosas, laica y laicos”. Eucaristía completa: aquí

Al inicio de su homilía, Mons. Segura tuvo un recuerdo especial hacia las personas que se han visto afectadas por el terremoto de este pasado sábado en Ecuador.

75 años de Misiones Diocesanas

Retrocediendo a esos primeros años de misión, habló de los primeros 8 sacerdotes que salieron, en 1948, hacia el territorio de Los Ríos, en Ecuador, “en el cual tenían la responsabilidad de transmitir el Evangelio. Estaban urgidos, porque en aquel momento se consideraba que si la gente no recibía el bautismo, si no formaba parte de la comunidad cristiana, no podía salvarse. Y esta urgencia y este corazón grande, de que Cristo pudiera llegar y salvar a todas las personas que no habían recibido el sacramento o no habían oído hablar de él, era lo que les movía en aquel momento. Esa era su visión”.

Misiones

Concilio Vaticano II

Esa visión se transformó profundamente en el Concilio Vaticano II. “Cuando ya entendimos que efectivamente Dios podía salvar también a personas que no habían conocido a Jesucristo. Eso transformó también la razón por la que la gente de Bizkaia y las otras diócesis del País Vasco, generación a generación, a lo largo de varias décadas, siete décadas y media, salieron a tierras de misión”.

Primero fueron sacerdotes, pero luego fueron hermanas, religiosas y luego laicos y laicas, que acompañaron en los distintos trabajos, “que intentaban dar dignidad a aquellas personas con las que se encontraban allí”.

Reconocer y agradecer

Para Mons. Segura es importante reconocer y agradecer, hoy, todo ese esfuerzo misionero y también a todos los que, desde aquí, con apoyo económico y de voluntariado lo han estado manteniendo. “Damos gracias a Dios por todo eso. Pero damos gracias a Dios, sobre todo, en un momento determinado transmitimos la fe a otras personas y a otras culturas y esa fe prendió allí con una fuerza y una riqueza que, en este momento, es muy importante también para nosotros, porque complementa nuestra visión de nuestro Señor.

Hoy

Prosiguió agradeciendo la importancia que la fe tiene “en esos sitios que hemos estado”. En América y en África. “También nos alegramos con la noticia de que la siguiente persona misionera que va a ir desde Misiones Diocesanas a un territorio de misión va a ir a Asia, a Filipinas. Una mujer joven que va a salir próximamente para vivir una experiencia de años de entrega en aquellas tierras”.

El obispo defendió que la misión sigue estando viva “y nosotros vamos adaptando la forma de colaborar con esta extensión del Evangelio a nuevas personas y a nuevas generaciones, en este momento en el que quizá faltan vocaciones sacerdotales, pero todavía ese espíritu misionero está muy vivo y genera generosidad en el corazón de muchas laicas y laicos que quieren encontrar un momento para poder hacer esa experiencia”.

Aprender

Puso en valor lo aprendido de los pueblos a los que hemos llegado. “Los que recibían el impulso misionero y la fe que nosotros vivíamos, ahora se convierten muchas veces, incluso en maestras y maestros de fe. Es impresionante ver como para esas mujeres y esos hombres, la fe es una fuerza sanadora que les ayuda a levantarse de muchas dificultades y tragedias personales y sociales, que les sigue dando esperanza, a pesar de esas frustraciones enormes, que tiene la política o que tiene la vida social. Esas situaciones de pobreza o debilidad en la que viven. Todo eso se lee, se ve y se vive con los ojos de Cristo de una manera diferente, cuando Jesús nos acompaña y nos anima”.

Una fe –dijo- que se expresa, además, en Latinoamérica y en África de un modo mucho más directo, sencillo y expresivo, “en un lenguaje que refleja convicciones de fe profundas que, a nosotros, quizá, por ser un poco más controlados y menos expresivos, nos cuesta hacer. Damos gracias a Dios porque todas esas personas están ya también entre nosotros y van a seguir siendo parte y riqueza de lo que va a ser la vida de la comunidad cristiana en el presente y en el futuro».

Concluyó reconociendo todo ese esfuerzo misionero y dando gracias al Señor “por todo lo que él nos ha dado a través de esas vocaciones misioneras, dando gracias también sobre todo por el hecho de que esa fe que llegó ha prendido ya con fuerza, en Iglesias locales en Latinoamérica y en África, pero también va a hacer una contribución importante al futuro de nuestra Diócesis. En este domingo de Cuaresma, le pedimos al Señor que abra nuestros ojos y nuestros corazones a esa riqueza grande, que es mucho mayor de la que nosotros podemos concebir y que se hace más grande cuando escuchamos la experiencia de otras personas, de otros grupos, de otras culturas, de otra gente”.

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