El obispo de Bilbao, en su texto valora el aporte de cada persona que “es único” y destaca que, no sólo contribuye a la fuerza del conjunto “también enriquece la propuesta y la capacidad de nuestra acción comunitaria. Tu tienes dones y cualidades específicos. Más allá de lo que reconozcas en ti mismo, más allá de lo que el mundo pueda valorar en ti, Dios necesita tu contribución, esa marca única que el Espíritu quiere dejar en este mundo a través de tu sensibilidad, de tu historia concreta, de tus capacidades”.
Para Mons. Segura la Iglesia es como una casa grande en la que caben gran número de personas. “En este hogar existen ya muchas estancias, diferentes, capaces de acomodar a gentes diversas. Están esas estancias y están otras que, iremos construyendo. Nuestra familia es abierta y por eso cuida la acogida de los que se acercan buscando calor de hogar. Contigo y con muchos otros queremos cuidar la relación mutua, la escucha, el espíritu de comunión, que no es solo mera tolerancia o respeto. Queremos multiplicar con creatividad gestos concretos que ayuden a construir fraternidad, espíritu de familia, tanto dentro como fuera, en medio del mundo. La Iglesia Diocesana es como un barrio que agrupa hogares diversos, unidos por un mismo sentimiento de pertenencia, de propósito común”.