Nicolás Ledesma nació en Grisel, un pequeño pueblo de Zaragoza en 1791. Buscaba progresar en su profesión y emigró a Bilbao, donde encontró su lugar. Había una plaza libre como organista en la catedral de Santiago y se presentó. Era el año 1830. Cobraba un sueldo anual de 3.650 reales. El consistorio pagaba parte de su sueldo, pero dependía del cabildo de la iglesia de Santiago, que gestionaba cuatro parroquias de la ciudad.
En 1832 fue nombrado Maestro de la Capilla. Ledesma formó a varios alumnos como Valentín de Zubiaurre. Formó orquestas, promovió diversas iniciativas musicales y ayudó a jóvenes de la burguesía de la época que pusieron luego en marcha instituciones que, hoy en día, se mantienen vivas.
Murió en la capital vizcaína el 4 de enero de 1883, a la avanzada edad de 91 años. Fue uno de los más importantes músicos y compositores de su época. Bilbao le dedicó una calle en 1891.
Ledesmari kale bat eskaintzea Antonio Truebak udalean egindako proposamena izan zan. 1891ra arte, inguruak `Particular de Solaegui y Zabalburu´ izena eukan.
Nicolás Ledesma, un gran compositor y pianista
Escribió una cantidad importante de partituras religiosas. Además, promovió la música y la creación de asociaciones filarmónicas, orfeones y de la actual escuela de música municipal. Del mismo modo, Ledesma también era un gran pianista y se dedicó a escribir métodos de piano que más tarde se usarían en el conservatorio de Madrid.
Jugó un papel muy importante en el proceso de renovación de los órganos de la ciudad. Consiguió actualizarlos y pasar de la época Barroca al Romanticismo.
Se jubiló a los 65, dejando el puesto a su yerno, Luis de Un año después, a los 65, se jubiló, dejando en el puesto a su yerno, Luis de Bidaola. Éste fue a su vez abuelo del músico Jesús Guridi.
Una jubilación interrumpida
Mientras Ledesma componía en un retiro pacífico en lo personal el panorama social estaba bastante enrarecido y las instituciones musicales de la villa se iban debilitando. Por esta razón , cuando contaba con 79 años, volvió a asumir el puesto que había dejado. Atravesaba algunas dificultades económicas que motivaron que volviera. Dicen las crónicas de la época que lo recibieron «con alborozo». Siguió dirigiendo, dando clases y marcando la vida musical de la ciudad hasta que falleció.