Fredy cuenta que trabajó durante 20 años como responsable de la administración de Cáritas de su Diócesis, en San Pedro Sula (Honduras) y había asumido también la responsabilidad de la oficina de Derechos Humanos y «a pesar de que luego comencé una labor más administrativa, como abogado, nunca me desvinculé de los derechos humanos«, sentencia. A raíz del asesinato de su hermano y su mujer le llegaron muchas presiones para que no se investigara sobre los móviles . En el mismo momento del velatorio comenzaron a amenazarles. «En 22 días tuvimos que malvender lo que teníamos y tal y como me dijo mi hijo ¿quién iba a imaginar que en 23 kilos iba a entrar nuestra vida y nuestra historia?».
Fredy señala que la parroquia de Sestao vino a llenar el vacío que sentían y le propició la integración «que nos ha costado menos que otros procesos que hemos vivido». Señala que «aún entre lágrimas siempre hemos tenido la luz que sale al fondo y a la que nos hemos aferrado».