El obispo, en su homilía, dirigiéndose a ambos dijo «pedimos que la responsabilidad que tengan, la que viene con el ministerio no sea nunca tentación para utilizar mal la autoridad que vais a recibir. No creo, -añadió- conociéndoos un poco, que ese pueda ser el problema”.
El problema siempre está -dijo- en “con qué corazón llegáis a este momento. Si hay celo evangélico, o si es un corazón más o menos apagado, que entra en el ministerio con poca fuerza”.
Conmoverse
También resaltó la importancia de que les conmueva la situación de la gente “claro que para que te conmueva la situación de la gente, hay que estar donde está la gente, y a la mayoría de la gente no entra en las iglesias. Ciertamente, -añadió- a los que entran tenemos que cuidarles y es una responsabilidad especial, cuidar a la gente de la comunidad, pero también tenemos que evitar centrar toda nuestra preocupación en ese colectivo. Cristo andaba por los caminos. Ahí veía, escuchaba y se dejaba tocar. Le tocaban en el manto, en el corazón. Escuchaba y actuaba de tal modo, que la gente salía de esos encuentros confortada, renovada, sanada».
«Esto -dijo- es lo que Jesús os pide al daros este ministerio: llegar a la gente para para confortar, para fortalecer, para sanar… Pero esto no va a poder ser si no salimos allí donde están las personas, o si los encuentros que vosotros tengáis con la gente se van a producir solo o fundamentalmente cuando aceptan los términos que vosotros imponéis. Esto es importante, porque eso limita muchísimo la posibilidad de los encuentros y limita muchísimo la oportunidad que la vida cerca de la gente y con ellos vais a poder tener».
Sintonizar
Antes de concluir su homilía el obispo les dijo «necesitamos y pedimos hoy para vosotros un corazón vivo, capaz de sentir con otros, de sintonizar, de conmoverse. Es decir, moverse con lo que la otra persona está pasando, con su situación. Movernos también físicamente para ir donde está la gente, mover nuestras prioridades, nuestros tiempos, haciendo lo posible para estar, para acompañar» .
Agradecimiento de Mario y Gorka
Antes de finalizar, Mario y Gorka dedicaron sus intervenciones al agradecimiento hacia las personas que les han acompañado en su recorrido personal y vocacional: a los obispos diocesanos, Ricardo Blázquez, Mario Iceta y Joseba Segura, a los equipos formativos del Seminario -el anterior y el actual-, a sus acompañantes pastorales y a las comunidades donde han estado durante este tiempo, a los lugares donde han realizado su formación, a sus familias “que siempre les han apoyado” y a sus amistades. También a los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y a sus compañeros seminaristas…
Celebración completa: