En la charla, la ponente habló de tener una vida con sentido en todas las etapas, generando satisfacción y plenitud. En la vejez, se plantean tres ámbitos de vulnerabilidad: “crisis de identidad”, “crisis de pertenencia” y “crisis autonomía/independencia”. Por eso, -dijo- hay que resituar la vida.
También planteó tres respuestas de sentido:
- La responsabilidad: reconfigurar el yo, el nosotros y un proyecto de vida personal.
- La espiritualidad: con la esperanza como bandera, en la que no es una convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, sea cual sea el resultado.
- La religión: el sentirse cuidado, protegido y en concreto en la experiencia cristiana, un modelo de vivir y morir de Jesús. En definitiva, confianza.
Terminaron con el texto de Romanos (8,38-39): “pues estoy seguro que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni presente ni futuro, ni potestades y altura, ni profundidad ni otra criatura alguna, podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor”.